Desde el exilio, el obispo Mazur invita a los ortodoxos al diálogo

Respuesta a las acusaciones ortodoxas contra la labor de la Iglesia católica

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ROMA, 14 julio 2002 (ZENIT.org).- Atacado por la Iglesia ortodoxa por haber estudiado misiología en sus años de formación, y privado del visado por parte de las autoridades rusas, el obispo de San José de Irkutsk, en Siberia Oriental, monseñor Jerzy Mazur, lanza una invitación al diálogo ecuménico

El patriarcado ortodoxo de Moscú envió recientemente una durísima carta en la
que quería demostrar el «proselitismo» católico en tierras rusas, en la que acusaba el pasado misionero del obispo y acusaba a las congregaciones religiosas y movimientos laicales católicos presentes en Rusia por la labor que realizan.

Este es el llamamiento que ha hecho el obispo a través del Servicio de Información Religiosa (SIR) de la Conferencia Episcopal Italiana.

–¿Cuál fue su primera impresión al leer la carta con esas acusaciones del metropolita Kirill, presidente del departamento de relaciones externas del Patriarcado de Moscú?
?

–La impresión es que el documento mete en un mismo saco todas las actividades de la Iglesia católica, llamándolas «proselitismo». En realidad, nosotros trabajamos más en sentido pastoral que misionero, también porque faltan sacerdotes y religiosas. Los católicos en mi diócesis son cincuenta mil, y el país es grande: su territorio es 28 veces mayor que el de Italia.

En esta región viven 16 millones de habitantes y casi un millón tiene raíces católicas. En efecto, hay polacos, alemanes, lituanos, ucranianos, bielorrusos. Proceden de Armenia, Lituania, Corea… Pienso que no es la hora de ir los unos contra los otros. Ha llegado más bien la hora de encontrarnos, volver a sentarnos en torno a una misma mesa, y hablar. Necesitamos comprender juntos qué es proselitismo y qué hay entender en cambio por actividad misionera.

–El patriarcado lanza acusaciones también contra usted. ¿Cómo responde?

–El documento afirma que yo, como verbita, estudié misiología en Roma, pero ello no quiere decir que haga proselitismo. También se lee que viajé a Polonia a hablar con un arzobispo que entonces estaba a cargo de una Comisión misionera. En realidad, he hablado con muchos obispos porque necesitamos sacerdotes. Pero los necesitamos para hacer un trabajo pastoral con los católicos, social con la gente y ecuménico con todos los cristianos. Para nosotros, predicar el Evangelio significa ante todo dar testimonio, ser testigos del Evangelio de Jesús. Y esto no es proselitismo.

–¿Cómo salir de este túnel?

–Debemos volver a encontrarnos y hablar. Sólo el diálogo puede clarificar y ayudar a las dos Iglesias. Aunque todo el trabajo social que realizamos se percibe como actividad proselitista, para nosotros no es así: es el don de ayuda que deseamos ofrecer cuando vemos niños en la calle, menores abandonados en los orfanatos, familias pobres, jóvenes sin futuro y muchos entregados a la droga. Es una ayuda que podemos brindar juntos.

–¿Cómo vive esta situación?

–No es fácil. He sido apartado como obispo por ayudar a la gente que tiene raíces católicas. He sido alejado por ayudar a los pobres, por apoyar a quien lo pide. Ahora pregunto: ¿cómo se puede hacer proselitismo si hay sólo 46 sacerdotes? Y además: construir la Iglesia, ¿es proselitismo, cuando odas las iglesias han sido destruidas, transformadas en museos de ateísmo, salas de conciertos, hospitales…?

–¿Por qué el Patriarcado ha sido entonces tan duro?

–No lo sé. También me resulta difícil entenderlo. En cualquier caso, aunque el documento es muy duro, por lo menos ahora sabemos lo que los ortodoxos tienen que decir. Y esto es positivo. Espero que ahora se pueda abrir el camino al diálogo. Han dicho claramente qué pensaban de nuestra actividad; han dado ejemplos concretos de lo que sostienen que es proselitismo y que nosotros consideramos actividad pastoral normal de una Iglesia. Estamos listos para debatir sentándonos en torno a una mesa.

–Actualmente usted se encuentra en Polonia. ¿Volverá a su sede?

–Por el momento es imposible porque no me han dado aún el visado. El Santo Padre escribió una carta personal al presidente Vladimir Putin, de quien no ha recibido todavía respuesta. También hubo una nota diplomática de la Santa Sede, pero el Vaticano no ha obtenido contestación alguna. Incluso el gobierno polaco envió una nota diplomática que tampoco ha tenido repercusión. Creo que el presidente Putin podría cambiar esta situación y actuar para que yo pueda volver y continuar mi labor como obispo.

–¿Cuál es su esperanza?

–Mi esperanza es que el Santo Padre y el patriarca Alejo se reúnan pronto. Y que de su encuentro pueda empezar un diálogo fructífero. Porque sólo el diálogo puede resolver todos estos problemas. A partir de una definición de proselitismo y de actividad pastoral. Necesitamos el diálogo ecuménico. Tengo otra esperanza: poder volver pronto al país para continuar con mi trabajo, que es una labor pastoral, y para promover el diálogo ecuménico con los ortodoxos.

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ZENIT Staff

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