Discurso del Papa a los obispos de la Iglesia siro-malankar (India)

Con motivo de su visita “ad limina”

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió al grupo de obispos de la Iglesia siro-malankar, en ocasión de la Visita “ad Limina Apostolorum”.

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Queridos hermanos obispos,

Os doy la bienvenida a todos en ocasión de vuestra peregrinación ad Limina Apostolorum. Quiero agradecer a Su Beatitud Baselios Cleemis por los devotos sentimientos que me ha dirigido en vuestro nombre. A través de vosotros quiero extender mi saludo a todos los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de vuestras eparquías y quiero asegurarles mis oraciones por su bienestar espiritual y material. Este tiempo junto a vosotros es una ocasión privilegiada para profundizar los lazos de fraternidad y comunión entre la Sede de Pedro y la Iglesia siro-malankar, promovida felizmente a Iglesia arzobispal mayor por el Venerable Juan Pablo II en 2005.

Las tradiciones apostólicas que mantenéis, disfrutan de su total fecundidad espiritual cuando se viven en comunión con la Iglesia universal. En este sentido, seguís correctamente los pasos del Siervo de Dios Mar Ivanios, que condujo a vuestros predecesores y a sus fieles a la total comunión con la Iglesia Católica. De la misma manera que vuestros antepasados, estáis también llamados, dentro de la única casa de Dios, a continuar con fidelidad firme lo que se os ha transmitido. Todos los obispos católicos comparten un adecuado interés por ser fieles a Jesucristo y están deseosos de la unidad que Él quiso para sus discípulos (cf. Jn 17,11), a la vez que preservan su legítima diversidad. Esto es lo que “es deseo de la Iglesia católica que las tradiciones de cada Iglesia particular o rito se mantengan salvas e íntegras a las diferentes necesidades de tiempo y lugar”(Orientalium Ecclesiarum, 2). Cada generación debe enfrentar los retos de la Iglesia de acuerdo a sus capacidades y en armonía con el resto del Cuerpo Místico de Cristo. Os animo, por tanto, a fomentar un afecto entre vuestros sacerdotes y vuestra gente por la herencia litúrgica y espiritual que se os ha dado, mientras que construis firmemente la comunión con la Sede de Pedro.

El depósito de la fe recibido de los Apóstoles y transmitido con fidelidad hasta nuestros tiempos es un precioso regalo del Señor. Es este mensaje de salvación que ha sido revelado en la persona de Jesús cuyo espíritu une a los creyentes de todo tiempo y lugar, dándonos la comunión con el Padre y con su Hijo para que nuestra alegría sea completa (cf. Jn 1, 1-14). Vosotros y vuestros sacerdotes estáis llamados a promover está comunión a través de la palabra y los sacramentos, y fortalecerla con una catequesis sólida, de manera que la Palabra de Vida, Jesucristo y el regalo de su divina vida -comunión con Él- sean conocidas en todo el mundo (cf.Verbum Domini, 2). Debido a sus raíces antiguas y distinguida historia, el Cristianismo en la India ha hecho una larga y adecuada contribución a la cultura y a la sociedad, y a sus expresiones religiosas y espirituales. Es a través de la determinación de vivir el Evangelio, “ porque es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Rom 1, 16), que aquellos a quienes sirváis hagan una contribución más efectiva al entero Cuerpo de Cristo y a la sociedad hindú, para beneficio de todos. Que vuestra gente siga floreciendo por la predicación de la Palabra de Dios y por la promoción de la comunión basada en el amor de Dios.

Tomo nota de los retos concretos de algunas de vuestras parroquias en el ofrecimiento de una atención pastoral adecuada y apoyo mutuo, especialmente cuando no está el párroco de la parroquia a mano. Y también las parroquias más pequeñas, teniendo en cuenta la realidad social en la que los cristianos afrontan un contexto cultural más amplio, ofrecen sus propias oportunidades de una verdadera edificación fraterna y asistencia. Las comunidades cristianas pequeñas a menudo han dado, como sabéis, un testimonio excepcional en la historia de la Iglesia. Al igual que en los tiempos apostólicos, la Iglesia de nuestro tiempo prosperará seguramente en la presencia de Cristo vivo, que ha prometido estar con nosotros siempre (cf. Mt 28, 20) y sostenernos (cf. !Cor 1,8). Es su divina presencia la que debe permanecer en el centro de la vida de nuestra gente, en su fe y en su testimonio, y a la que vosotros, sus Pastores, estáis llamados a custodiar, de manera que si tienen que vivir lejos de sus comunidades, no vivan lejos de Cristo. Sin duda, es importante recordar que las comunidades cristianas son el “ámbito propio en el que recorrer un itinerario personal y comunitario con respecto a la Palabra de Dios, de modo que ésta sea realmente el fundamento de la vida espiritual” (Verbum Domini, 72).

Uno de las formas en las que ejercéis vuestro papel de maestros de la fe en la comunidad cristiana es a través de los programas de formación catequética y de fe que tienen lugar bajo vuestra dirección. Desde “esta instrucción que se fundamente en la Sagrada Escritura, Tradición, Liturgia, Magisterio y vida de la Iglesia” ( Christus Dominus, 14), estoy contento de destacar la variedad y el número de programas que estáis llevando a cabo actualmente. Junto a la celebración de los sacramentos, programas de este tipo ayudarán a asegurar que aquellos que están bajo vuestro cuidado sean siempre capaces de dar cuenta de la esperanza que es suya en Cristo. Sin duda, las catequesis y el desarrollo espiritual están entre los más importantes retos que los pastores de almas deben enfrentar, y por esto quiero animaros vivamente a perseverar en el camino que habéis elegido para formar a vuestra gente en un conocimiento más profundo y el amor de la fe, con la ayuda de la Gracia de Dios y vuestra humilde confianza en su providencia.

Con estos pensamientos, renuevo mis sentimientos de afecto fraternal y estima por vosotros. Invocando la intercesión de Santo Tomás Apóstol, principal Patrón de la India. Os aseguro mis oraciones y os imparto a vosotros y a los que están confiados a vuestro cuidado, mi Bendición Apostólica como prenda de gracia y de paz en Nuestro Señor Jesucristo.

[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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