Discurso del Papa al presidente de la Federación Luterana Mundial

El obispo Mark Hanson

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este lunes al recibir en audiencia al reverendo Mark Hanson, obispo presidente de la Federación Luterana Mundial, acompañado por una delegación.

* * *

Querido obispo Hansen,
queridos amigos luteranos:

Con gran alegría doy la bienvenida a los representantes de la Federación Luterana Mundial con motivo de vuestra visita oficial a Roma. Recuerdo con gratitud la presencia de vuestra delegación tanto en el funeral del fallecido Papa Juan Pablo II como en la solemne inauguración de mi propio ministerio como obispo de Roma.

Durante muchos años la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial han tenido contactos cercanos y han participado en un diálogo ecuménico intenso. Este intercambio de ideas ha sido sumamente productivo y prometedor. De hecho, uno de los resultados de este fructuoso diálogo es la Declaración Conjunta sobre la Justificación, que constituye una piedra angular para nuestro camino común hacia la plena unidad visible. Se trata de un logro importante. Para seguir construyendo a partir de este resultado, tenemos que aceptar que sigue habiendo diferencias sobre la cuestión central de la justificación; hay que afrontarlas, al igual que los caminos por los que la gracia de Dios se comunica en la Iglesia y a través de ella.

Como mencioné en mi reciente visita a Colonia, espero que el futuro progreso de nuestro diálogo sobre estas cuestiones no sólo se coloque en un contexto de asuntos «institucionales», sino que tenga en cuenta el auténtico manantial de todo ministerio en la Iglesia. De hecho, la misión de la Iglesia es testimoniar la verdad de Jesucristo, la Palabra hecha carne. Palabra y testimonio van unidos: la Palabra inspira y da forma al testimonio; el testimonio encuentra su autenticidad de la fidelidad total a la Palabra, tal y como es expresada y vivida por la comunidad apostólica de fe bajo la guía del Espíritu Santo.

La Comisión Internacional Católico-Luterana sobre la Unidad completará pronto su cuarta fase de diálogo y publicará sus resultados en un documento sobre la apostolicidad de la Iglesia. Somos conscientes de que nuestro diálogo fraterno se ve desafiado no sólo por la necesidad de verificar la recepción de estas formulaciones comunes de la doctrina en nuestras comuniones respectivas, sino aún más por el clima general actual de incertidumbre con respecto a las verdades cristianas y principios éticos que antes no se ponían en duda. Este patrimonio común en ciertos casos es socavado por puntos de vista hermenéuticos que han cambiado.

Nuestro camino ecuménico conjunto seguirá encontrado dificultades que exigirán diálogo paciente. Me siento sin embargo animado por la sólida tradición de estudio e intercambio que ha caracterizado a las relaciones católico-luteranas a lo largo de los años. Nos conforta el hecho de que nuestra búsqueda de la unidad es guiada por la presencia del Señor resucitado y por el inagotable poder de su Espíritu «que sopla donde quiere» (Juan 3, 8). Al prepararnos para celebrar los quinientos años de los acontecimientos de 1517, deberíamos intensificar nuestros esfuerzos para comprender más profundamente lo que tenemos en común y lo que nos divide, así como los dones que podemos ofrecernos mutuamente. Perseverando en este camino, recemos para que el rostro de Cristo resplandezca más brillantemente en sus discípulos para que todos sean uno y el mundo crea (Cf. Juan 17, 21).

Demos gracias a Dios por todo lo que se ha logrado en las relaciones católico-luteranas, y recemos para que continuemos avanzando juntos hacia la unidad que el Señor quiere.

[Traducción del original ingles realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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