Documento final del primer Congreso de Televisión Católica Latinoamericano y del Caribe

MEDELLÍN, jueves, 25 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el «Documento final» del primer Congreso de Televisión Católica Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Medellín, Colombia, que lleva por título «Comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida».

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DOCUMENTO FINAL

Comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo
para que nuestros pueblos en Él tengan vida

Al finalizar el Congreso de Televisión Católica Latinoamericano y del Caribe, después de compartir y escuchar a los representantes de los Canales y de ver, analizar y valorar sus esfuerzos y producciones, nos alegra constatar que todos están buscando maneras de ser consecuentes con el Evangelio del Señor y la Buena Noticia. Su capacidad creativa es demostrada al enfrentar los retos que exige una buena programación, una tecnología adecuada y una capacidad de gestión profesional.

En el actual contexto socioeconómico y político latinoamericano, donde la lógica del mercado pretende imponerse como principio de acción cotidiana, y los canales comerciales hacen de la persona una mercancía, estamos convencidos que debemos hacer de la Televisión un instrumento de personalización, que posibilite por un lado, el conocimiento y el encuentro con la persona de Jesús y su propuesta de vida, y por el otro, logre poner en evidencia el drama de hombres y mujeres concretos, que luchan cotidianamente para que sus derechos mínimos sean respetados, dándoles esperanza y fe.

Como comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él encuentren el camino,

Constatamos…

1. La variedad de enfoques y perspectivas pastorales con la que cada canal busca ser consecuente con el Mensaje de la Buena Nueva en la Iglesia. Esta variedad nos permite buscar la unidad en una sana pluralidad, y esa unidad, está fuertemente marcada por la fidelidad creativa al Señor de la vida y de la historia, por la actitud constante de conversión y por el compromiso por construir el Reino de Dios en nuestras comunidades locales.

2. La necesidad de crecer en la capacidad de construir mensajes televisivos, respetando sus fines, lógicas, narrativas y lenguajes, con ética y estética, al servicio de la humanidad y de identificar las diferentes realidades de los públicos a los que queremos llegar. Por eso es necesario que coordinemos nuestros esfuerzos, talentos y recursos, para que desde la pluralidad, demos testimonio de unidad y fortaleza en medio de un mundo tan competitivo y excluyente como es la industria de la imagen.

3. Los procesos de transformación que vive el mundo, una sociedad que se plantea su felicidad sin Dios, pero también somos conscientes de los valores que poseen los pueblos latinoamericano y de la credibilidad que la Iglesia tiene en nuestros países. Su papel es crucial en la resolución de conflictos, en la recuperación de la esperanza y en la defensa de la dignidad humana.

4. Que la industria televisiva nos impone ritmos y estándares de producción que no siempre permiten el discernimiento claro de los acontecimientos y la adecuada calidad de nuestros productos, y que ésta realidad de la “prisa” puede terminar por dificultar la escucha atenta de Dios que se manifiesta en la vida cotidiana y en las necesidades de las personas a las que deseamos acompañar y servir.

5. Que es preciso hacer sinergias de cooperación a varios niveles; crear redes de producción y formación entre los diferentes canales

Como comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él descubran la Verdad,

Estamos convencidos que …

6. Sólo a los pies del Maestro y en una actitud de discípulos podremos escuchar el clamor de nuestro pueblo y la voz del Señor, y que esta experiencia de encuentro y fidelidad a Dios y al ser humano, debe ser la que alimente todos nuestros esfuerzos creativos en el campo de la televisión, respetando la lógica de los medios y la lógica de la Encarnación como principio supremo. Nuestra fuente de inspiración es el drama humano cotidiano de los pobres.

7. Si uno de los pilares de la fe cristiana está constituido por la revelación del ser humano como imagen de Dios,… y vio Dios que su obra era buena, bella y verdadera, podemos también transmitir en imágenes y fotogramas la fe vivida de una comunidad, que se expresa en sus símbolos, ritos, cultura, palabras, gestos, esfuerzos, deseo de Dios, y que ésta capacidad evocativa de la imagen, sumada a los esfuerzos por ser legibles y creíbles en nuestra vida diaria, puede llegar a suscitar el deseo del Absoluto y en última instancia la opción por Jesús.

8. La belleza que va más allá de los estándares impuestos en la actualidad, puede ser presentada como medida de humanidad y autenticidad. Estamos convencidos que el esfuerzo constante por realizar producciones “bellas y de calidad”, puede llevarnos a pasar de la emoción al asombro, del asombro a la conmoción y de la conmoción a la búsqueda de Dios y al compromiso. Este proceso es un camino privilegiado para responder, a través de la imagen televisiva, a la necesidad simbólica y de significado que todavía permanece en la sociedad moderna. En definitiva, es una invitación a “gustar la vida y a soñar el futuro, porque sabemos que la belleza de las cosas creadas no pueden saciar del todo y suscitan esa arcana nostalgia de Dios” (Cfr. Carta de Juan Pablo II a los artistas, 1999).

9. En la actualidad, cuando unos pretenden tener el monopolio de la verdad y otros han renunciado definitivamente a ella o desean ser fuente de su propia verdad, la búsqueda de ella es para nosotros, como comunicadores cristianos, un compromiso ineludible, un imperativo y una misión. Tal búsqueda sólo podrá hacerse desde la oración, el diálogo ecuménico abierto y sincero y en comunión eclesial.
Somos conscientes de que esta búsqueda de la verdad puede traer serias dificultades, que hemos de estar dispuestos a asumir en la fidelidad sin claudicar.

10. Nuestra riqueza está en fortalecer la identidad y la espiritualidad del Señor de la Vida en nuestras obras, haciendo de cada canal y productora un servicio eficaz a su comunidad eclesial y también a su entorno social y cultural.

Como comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida,

Nos comprometemos a…

11. Cultivar la oración como principio y fuente de la acción.

12. Generar un ambiente de libertad que promueva la identidad de cada productora, canal o realizadora de televisión católica, presentándonos como comunicadores, discípulos y misioneros, trabajadores de la televisión latinoamericana y del caribe.

13. Mantener los ojos abiertos a la realidad sin perder de vista nuestro anhelo y compromiso evangelizador, con humildad y generosidad en el dar y el recibir sin complejos, fortaleciendo la integración de proyectos y eventos al servicio de las televisoras más necesitadas.

14. Promover la formación integral de los comunicadores católicos para que se especialicen en las distintas áreas de la producción televisiva, que son el soporte para la producción con alta calidad estética en la televisión.

15. Generar alianzas estratégicas entre productores, canales y proveedores católicos y comerciales y dejar el recelo a este tipo de convenios y vínculos. Compartir la experiencia, el conocimiento y los recursos entre los canales en miras a mejorar la calidad de nuestro servicio

16. Aceptar el reto de creatividad al que nos invitan las nuevas tecnologías y a reconocer la importancia de que nuestros medios sean competitivos por su calidad y profesionalismo.

17. Hacer comunicación partiendo de la realidad de nuestros pueblos, manteniendo claros nuestros principios y objetivos sin sucumbir ante las exigencias y presiones de los patrocinadores.

18. Promover la perspectiva de construir una red de comunicación, comunión y cooperación en el convencimiento de que nadie tiene la exclusividad del mensaje de Cristo.

19. Trabaja
r insistentemente para asegurar la sostenibilidad y el funcionamiento de nuestros canales y productos

20. Profundizar y reflexionar en lo que significa ser comunicadores, discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Èl tengan vida.

25 de Mayo de 2006

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ZENIT Staff

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