Documento vaticano impulsa la colaboración entre consagrados y laicos en la escuela católica

Publicado por la Congregación para la Educación Católica

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 20 noviembre 2007 (ZENIT.org).- El convencimiento de que «la experiencia educativa de la escuela católica hay que pensarla y construirla como una experiencia de comunión» motiva el documento vaticano presentado este martes: «Educar juntos en la escuela católica – Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos».

Aprobado por el Papa y publicado por la Congregación vaticana para la Educación Católica en italiano, francés, inglés y español, el texto, de 26 páginas, prosigue la reflexión de la misión educativa que trató en dos documentos precedentes sobre el tema de la identidad y de la misión, por una parte del laico católico, y por otra de los consagrados en la escuela.

El prefecto y el subsecretario del dicasterio, el cardenal Zenon Grocholewski y monseñor Angelo Vincenzo Zani respectivamente, se encargaron de presentar este nuevo documento, de cuyos detalles habló el rector de los Liceos del Instituto Gonzaga de Milán, el profesor Roberto Zappalà, en la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Comunión en la escuela católica hacia dentro y hacia fuera: es la clave las orientaciones del dicasterio, consciente de la multiplicación en la sociedad actual de puntos de referencia cada vez menos compartidos, del individualismo y del relativismo moral.

Y ello interpela a toda institución escolar, en particular a la escuela católica porque «ésta se propone como una comunidad educativa que no sólo se reconoce en un determinado marco de valores –los valores evangélicos– y los transmite, sino que vive y hace vivir una experiencia de comunión en la que esos valores se asumen como normas educativas», puntualizó el profesor Zappalá.

Desde esta perspectiva «la experiencia educativa de la escuela católica» hay que concebirla como «una experiencia de comunión», cosa «que no se improvisa» –advirtió–, «sino que requiere madurez eclesial en las relaciones entre consagrados y laicos» y un camino de formación en ambos casos.

A estas inquietudes quiere responder el documento en tres partes. En primer lugar, «La comunión en la misión educativa» subraya la raíz teológica y antropológica de la «comunión».

Se expone que el hombre está llamado a realizarse en la comunión con Dios y con los demás, y que la educación puede llevarse a cabo de verdad sólo en un contexto relacional y comunitario empezando por la familia y llegando a la escuela, «que se sitúa al lado de la familia» con carácter subsidiario, precisó el profesor Zappalà.

Hacer realidad esta especificidad de la escuela católica requiere promover entre los consagrados y los laicos la espiritualidad de la comunión, recalca el documento. De ahí su segunda parte: «Un camino de formación para educar juntos».

Y es que «la buena escuela está hecha de buenos profesores» –reconoció el rector de los Liceos del Instituto Gonzaga de Milán–.

Por ello las indicaciones del dicasterio subrayan la necesidad de la formación «profesional» –con la capacidad de hacer una síntesis entre competencias profesionales y motivaciones educativas–, de la «formación teológica y espiritual» –que debe acoger y armonizar la contribución específica de consagrados y laicos— y «formación en el espíritu de comunión para educar».

La clave es que la escuela católica se hace promotora así de una «cultura de la comunión» transmitiendo la cultura no como medio de poder, sino como capacidad de comunión y de acogida de los hombres, de los sucesos, de las cosas, apunta el documento.

Este itinerario conduce a «La comunión para abrirse a los demás» — en la tercera sección–.

Su motor –recordó el profesor Zappalá— es que «la escuela católica participa de la misión de la Iglesia, y la Iglesia (como ha subrayado Benedicto XVI) no es jamás un fin en sí misma: existe para mostrar a Dios al mundo, existe para los demás».

De igual modo, «la escuela católica existe para el mundo entero y es constructora de una comunión abierta al mundo entero», concluyó.

De acuerdo con el cardenal Zenon Grocholewski, el nuevo documento, si bien se refiere a la escuela católica, es aplicable también a las cada vez más numerosas instituciones universitarias en lo relativo a la colaboración entre consagrados y laicos.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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