CIUDAD DEL VATICANO, 14 junio 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede quiere impulsar la renovación de la vida religiosa con una «Instrucción» que ya en el título plantea su programa: «Partir nuevamente de Cristo».
El documento –presentado este viernes por la Oficina de Prensa de la Santa Sede–, de cerca de 60 páginas, es el resultado de las reflexiones en la reunión plenaria de septiembre de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Se publica en un momento en el que algunas órdenes y congregaciones religiosas están experimentando una crisis de vocaciones, fenómeno que sin embargo no se da a nivel global entre los sacerdotes diocesanos.
A nivel mundial, en la Iglesia hay 801.185 religiosas, 55.057 religiosos no ordenados y 139.397
religiosos sacerdotes, sin incluir a los diáconos permanentes pertenecientes a institutos religiosos y a los miembros de los institutos seculares (30.687 personas), informa el servicio de información de los religiosos en España IVICON.
Desde 1978, hay 229.417 religiosos y religiosas menos (han pasado de 1.225.056 de 1978 a los 995.639 del año 2000), con lo que la vida religiosa ha sufrido una pérdida del 18,73%.
La disminución más fuerte se ha producido, porcentualmente, entre los varones no ordenados, pues los religiosos laicos han pasado de ser 75.802 en 1978 a 55.057 en el año 2000, es decir, un 27% menos.
Le siguen las religiosas, quienes han sufrido un descenso del 19,13%. Aunque la disminución es menor entre los religiosos sacerdotes, que en la actualidad son 139.397, un 12% menos que en 1978.
Por continentes, en 1978 el 9% de los religiosos residían en Asia, mientras que hoy lo hace el 16,44%. La vida religiosa africana suponía el 4,25% de la vida religiosa mundial, cuando hoy representa el 7%. El continente americano prácticamente permanece invariable (29,66%), y en cambio Europa pierde, pues 54 de cada 100 religiosos eran en 1978 europeos, y hoy sólo lo son 45.
El documento («Partir nuevamente de Cristo. Un compromiso renovado de la vida consagrada en el tercer milenio») está dividido en cuatro partes: la vida consagrada, presencia de la caridad de Cristo en medio de la humanidad; el coraje de afrontar las pruebas y retos actuales; la vida espiritual en primer plano; y testimonios del amor en la fantasía de la caridad.
La instrucción subraya que esta renovación de la vida religiosa «en el primer lugar» debe tener en cuenta «la vida espiritual», para vivir en plenitud los consejos evangélicos (pobreza, castidad, y obediencia), y destaca la importancia del testimonio, encarnado en caminos concretos al lado del que sufre.
Además, el texto invita a proseguir con renovado vigor en el camino misionero y señala que hace falta cada vez más acompañar la proclamación de la Palabra con la realización de las obras de Dios, siguiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva, pagando si es necesario el precio de la persecución.
Con la expresión «ingenio de la caridad», el texto subraya por último la importancia de ofrecer respuestas nuevas a las necesidades de los hombres y de las mujeres en el ámbito de la pobreza tanto material como espiritual.
