Dolor del Papa por el «insensato asesinato» del sacerdote iraquí y de los tres subdiáconos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 3 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha hecho público su dolor al recibir la noticia del «insensato asesinato» de un sacerdote caldeo y de tres subdiáconos en Irak y ha hecho un apremiante llamamiento a «rechazar todos los caminos del odio y la violencia».

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Los sentimientos del Papa pueden leerse en un telegrama enviado este lunes por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, en nombre del Papa, al arzobispo Paulos Faraj Rahho, de Mosul de los Caldeos (Irak), donde fueron asesinados.

El sacerdote Ragheed Aziz Ganni, de 35 años de edad, y los subdiáconos Basman Yousef Daoud, Ghasan Bidawid y Wadid Hanna, murieron este domingo después de haber celebrado la Eucaristía, cuando dejaban la Iglesia en un coche, acompañados por la mujer de uno de los subdiáconos.

En los últimos días los tres subdiáconos siempre acompañaban al sacerdote para tratar de protegerlo. De repente, el coche fue detenido por hombres armados. Los agresores alejaron a la mujer y asesinaron a los cuatro hombres.

Junto a los cuerpos colocaron explosivos de manera que nadie pudo acercarse durante horas, por miedo a que estallaran.

Después, la policía logró desactivar las bombas y los cuerpos fueron llevados a la iglesia del Espíritu Santo.

En su mensaje, el Papa se une «a la comunidad cristiana de Mosul para encomendar sus almas a la misericordia infinita de Dios, Nuestro Padre que nos ama y para dar gracias por su testimonio ejemplar del Evangelio».

Al mismo tiempo, «suplica que este caro sacrificio inspire en los corazones de todos los hombres y mujeres de buena voluntad la decisión renovada de rechazar todos los caminos del odio y la violencia, para vencer el mal con el bien y cooperar en el despuntar del alba de la reconciliación, la justicia y la paz en Irak».

A las familias y a cuantos lloran a sus muertos, con la fe y la esperanza que hunde su certeza en la Resurrección, el obispo de Roma «imparte de todo corazón la bendición apostólica como prenda de consuelo y fuerza en el Señor».
 

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ZENIT Staff

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