Dolor del Papa por la tragedia en el estadio de fútbol de Accra (Ghana)

126 personas perdieron la vida en medio de la histeria colectiva

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha querido hacer llegar su dolor por la muerte de 126 personas, víctimas de la histeria general desencadenada por actos de violencia durante un partido de fútbol en el estadio de Accra (Ghana).

En el mensaje, enviado al arzobispo de esa ciudad, monseñor Dominic Kodwo Andoh, por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, Juan Pablo II hace llegar su pésame al presidente del país, John Kufuor, así como a las familias de las víctimas.

El Santo Padre «reza por el eterno descanso de los fallecidos e implora el don divino del consuelo y de la paz a todos los que ahora están de luto», explica el telegrama.

Este viernes empezaron a ser enterradas las víctimas de la peor tragedia ocurrida en un estadio de fútbol ghanés. Las primeras en recibir sepultura serán las que pudieron ser identificadas por familiares o amigos, en su mayoría de religión musulmana y que de acuerdo con la «sharia» (ley islámica) deberían haber sido inhumadas 24 horas después de su fallecimiento.

La tragedia se desencadenó cuando hinchas del Kumasi Ashanti Kotoko –que se enfrentaba al Accra Hearts of Oak en la Liga nacional– comenzaron a romper los asientos del estadio y a lanzar objetos al terreno de juego cinco minutos antes de finalizar el encuentro, desilusionados por la inminente derrota de su equipo por dos goles a uno.

La actitud de los aficionados provocó una inmediata reacción de las fuerzas del orden que vigilaban el desarrollo del partido y que lanzaron gases lacrimógenos a las gradas repletas con más de 40.000 seguidores, lo que causó el pánico entre los espectadores que de manera desordenada y precipitada se dirigieron hacia los accesos de salida.

Pero las puertas del estadio habían sido cerradas por la policía, lo que hizo que cientos de personas quedaran atrapadas por la marea humana, en una avalancha que causó la muerte por asfixia y aplastamiento de muchas de ellas.

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ZENIT Staff

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