ROMA, 6 junio 2002 (ZENIT.org).-Monseñor Domenico Bartolucci vive todos los días, desde hace setenta años, su máxima preferida de San Agustín: «el que canta reza dos veces».
Este sacerdote y compositor, que dirige desde tiempos de Pío XII la «Cappella Sistina» –la «schola cantorum» del Vaticano–, reconocida intérprete mundial de la música sacra desde hace cinco siglos, cumple 85 años.
Es un auténtico «niño prodigio». Compuso su primera «Misa» a los doce años. Pero la más conocida es la «Misa Jubilei», escrita en el Año Santo de 1950. Su composición más reciente es un «Stabat Mater», respuesta a una petición de Juan Pablo II que le pidió dedicar un canto a la Virgen Dolorosa.
Al hablar de los gustos musicales de los Papas, en declaraciones concedidas a Avvenire revela que a Pío XII le gustaba relajarse tocando el violín. Juan XXIII era un apasionado de la música sagrada, afirma, recordando que al convocar el Concilio Vaticano II le encargó escribir el motete «Attende Domine».
Por lo que se refiere a Juan Pablo II explica que le agrada mucho encontrarse con el grupo de cantores «y quizá le habría gustado formar parte del coro. Un día le felicité por su hermosa voz. Se echó a reír», añade.
En su composición, Bartolucci sigue el principio de Giovanni Pierluigi da Palestrina (+1594), el compositor de música sacra más grande de todos los tiempos: no hacer música por la música, sino traducir el texto en notas. «Fielmente», insiste.
Con motivo del cumpleaños de monseñor Bartolucci en varios países de Europa, particularmente en Italia, se están celebrando entre mayo y junio conciertos en los que se interpretan sus obras por iniciativa del Consejo Pontificio para la Cultura, del Instituto Pontificio de Música Sacra, así como de varias Universidades y asociaciones musicales.
