Doscientos muertos en enfrentamientos en Nigeria

El arzobispo de Jos rechaza que se trate de choques religiosos

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ABUJA/KÖNIGSTEIN, jueves 21 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Cerca de doscientas personas han muerto en tres días de enfrentamientos entre grupos musulmanes y cristianos en Jos, capital del estado central de Plateau, Nigeria, donde la policía impuso el toque de queda.

El arzobispo de Jos, moseñor Ignatius Ayau Kaigama, criticó tanto al Gobierno nigeriano como a los medios de comunicación nacionales e internacionales, en relación con estos actos de violencia y rechazó que se trate de un conflicto religioso.

La violencia comenzó tras una disputa entre vecinos musulmanes y cristianos por la reconstrucción de las viviendas destruidas en los enfrentamientos de 2008. El propietario cristiano de una parcela de terreno en un barrio predominantemente musulmán de Jos, la capital del estado de Plateau, pretendía construir en esos terrenos, según la Policía y las autoridades del estado.

Un grupo de residentes, supuestamente musulmanes, trataron de impedirlo, lo que provocó enfrentamientos que se extendieron rápidamente a otras áreas de la ciudad, donde se produjeron incendios y asaltos a locales comerciales, según los medios, que señalaron que un número indeterminado de heridos tuvieron que ser trasladados a los hospitales locales.

Los hechos se produjeron pocas semanas después de los violentos enfrentamientos en la ciudad también norteña de Bauchi, donde 39 personas murieron y decenas resultaron heridas en diciembre pasado en disturbios religiosos.

El arzobispo de Jos, monseñor Ignatius Ayau Kaigama criticó tanto al Gobierno nigeriano como a los medios de comunicación nacionales e internacionales, en relación con los actos de violencia en su diócesis.

En declaraciones a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, explicó que muchos medios de comunicación echan más leña al fuego con noticias falsas y con el intento de captar la atención de lectores y telespectadores mediante la publicación del mayor número posible de imágenes.

En su opinión, esto resulta “contraproducente”. Además, añade, los cristianos a menudo no tienen una voz propia en los medios de comunicación, por lo que, en muchos casos, son presentados como los agresores.

Según señala, muchas personas se creen estas noticias como si “del Evangelio” se tratara, sin ser conscientes de que a menudo no reflejan hechos, sino la opinión de los periodistas.

El prelado exige una “cobertura informativa cuidadosa y cauta”, porque considera que las circunstancias de los excesos vividos en los últimos días aún no están en absoluto claras, y porque muchas informaciones presentadas como tales obedecen a meros rumores.

Además, el arzobispo denuncia, en el caso de Nigeria, el interés desmedido de muchos medios de comunicación en informar sobre actos de violencia, en lugar de ocuparse de los temas realmente importantes.

Según monseñor Kaigama, y a diferencia de la información generalizada, los excesos cometidos no se pueden considerar violencia religiosa, pues obedecen a conflictos sociales, políticos y étnicos.

En su opinión, el Gobierno nigeriano descuida su obligación de ofrecerle seguridad a la población. Además, gran parte de la juventud carece de un futuro, porque no hay trabajo ni perspectivas. Ante esta situación, la juventud, frustrada y desesperada, reacciona de forma violenta.

Explica también que, a menudo, los dirigentes políticos y religiosos se aprovechan de esta predisposición a la violencia, que en muchos casos estalla también por conflictos entre las diferentes etnias.

El arzobispo pide al Gobierno que convierta Nigeria en “un país mejor”, que fomente el potencial de los nigerianos y les garantice una seguridad. A su modo de ver, no sólo los jóvenes están insatisfechos, sino también muchos adultos que, por ejemplo, trabajan duramente y no perciben un salario o lo perciben con retraso.

Señala, por tanto, que el Gobierno no está cumpliendo con sus obligaciones. Casi todos los servicios sociales los realiza la Iglesia, pero, como el Gobierno no la apoya, ésta depende totalmente de las organizaciones de ayuda. Monseñor Kaigama señala que el toque de queda decretado a raíz de los violentos incidentes dificulta todavía más la labor eclesial, además de fomentar las tensiones ya existentes en el seno de la sociedad.

El arzobispo hace hincapié en que uno de los objetivos de la Iglesia debe ser dar continuidad y fortalecer el diálogo cristiano-musulmán. Señala que aunque haya personas que no crean que ésta sea una opción acertada, los conflictos “nunca han sido de utilidad”. Para él, lo importante es crear un ambiente de armonía y paz, y para ello hay que trabajar, sobre todo, con la juventud.

Según monseñor Kaigama, existen numerosos proyectos que promueven que los jóvenes cristianos y musulmanes “aprendan y trabajen” juntos. También concede gran importancia a la formación de futuros sacerdotes y catequistas, pues son ellos quienes “se acercan a la gente, infunden esperanza y realizan, desde la base, una labor de paz y reconciliación”.

Las fuerzas de seguridad intentan evitar que se repitan los disturbios de noviembre de 2008, en los que cientos de residentes murieron durante los peores enfrentamientos en años entre bandas de musulmanes y cristianos en el país.

Nigeria tiene una cifra similar de cristianos y musulmanes, aunque las creencias animistas tradicionales persisten en la fe de muchas personas.

En julio de 2009, otras 400 personas perdieron la vida en enfrentamientos en el norte del país.

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ZENIT Staff

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