Edith Stein, una filosofía por descubrir

Habla Angela Ales-Bello, Decana de Filosofía de la Universidad Lateranense

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ROMA, 7 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Angela Ales-Bello, Decana de Filosofía de la Universidad Lateranense de Roma y especialista en Edmund Husserl y en Edith Stein (1891-1942), explica en esta conversación con Zenit que el pensamiento y la actualidad de esta compatrona de Europa está aún por descubrir.

Sesenta años después su muerte en Auschwitz, Stein (1891-1942) sigue siendo un personaje de primera línea en el campo de la fenomenología y de la antropología filosófica, explica Bello.

Las intuiciones de esta destacada santa judía, convertida al catolicismo, monja carmelita (tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz), se están convirtiendo en fundamento de la reflexión contemporánea en campos tan importantes como la comprensión de la relación entre filosofía y teología, o la identidad y vocación de la mujer.

Angela Ales-Bello, una de las mejores conocedoras de esta figura excepcional, anima en esta entrevista a descubrir el aspecto intelectual de esta santa europea.

–Edith Stein, ¿será proclamada pronto doctora de la Iglesia?

–Ales-Bello: Quizá nuestro pontífice pueda pensar en esta posibilidad en un tiempo relativamente corto. De todos modos, ya es patrona de Europa y por el momento no se ha avanzado la noticia de su proclamación.

–¿Por qué sigue siendo actual la filosofía de Edith Stein?

–Ales-Bello: Edith Stein no se aleja del mundo. Su compleja personalidad hacen que no olvide ningún elemento, ni humano ni religioso. Sabe conjugar los intereses humanos, mundanos, políticos… con la espiritualidad. Aquí está su gran actualidad.

Aparte de esto, ha sabido hacer una síntesis entre el pensamiento medieval y el contemporáneo.

–¿Cuál es la aportación de Stein a la fenomenología?

–Ales-Bello: Edith Stein sigue a su maestro, Edmund Husserl, consiguiendo explicar de manera rigurosa y clara el análisis de la persona humana.

Stein sabe divulgar y hacer de mediadora entre el análisis fino y elevado de Husserl y las inquietudes de los jóvenes estudiantes de filosofía.

Ella misma, por modestia, reconoce que no sabe hasta qué punto algunas de las intuiciones que cita son suyas o son de su maestro.

–¿Cómo descubrió el pensamiento de Edith Stein?

–Ales-Bello: Estudiando a Husserl durante los años setenta, me di cuenta de que era muy significativo tener en cuenta la escuela fenomenológica que el creó. Advertí que había mujeres muy interesantes en el grupo: Edith Stein, H. Conrad- Martius y otras. Ahí nació mi interés por Edith.

Creo que no se puede comprender a esta mujer si no se conoce a Edmund Husserl: aislar a Edith de su entorno filosófico daría como resultado un estudio parcial, superficial.

–Se insiste mucho en la dimensión espiritual de Stein y menos en la filosófica. Esta última, ¿es menos importante? O, ¿no será más bien que no se conoce?

–Ales-Bello: No se habla de su filosofía por ignorancia. Tenemos que tener en cuenta que los primeros escritos de divulgación nos llegan del ámbito carmelitano, que privilegió los textos espirituales.

Esto no significa que no se valorase su filosofía en el Carmelo : recordemos que «Ser finito y ser eterno» lo escribió dentro de la celda. Pero obviamente se privilegiaron escritos menos filosóficos.

Su filosofía es compleja. Es positivo que se publiquen obras sobre Edith Stein y su espiritualidad, pero no se debe olvidar su faceta filosófica. Hay que seguir estudiando este aspecto, que la distingue claramente de otros santos.

Sus indagaciones teóricas non son abstractas; están ligadas a las grandes cuestiones sociales, políticas, jurídicas y éticas. No se puede separar su vida espiritual de su filosofía. La investigación filosófica estructura radicalmente su vida, que está iluminada por su camino espiritual.

–¿Qué concepto de persona tiene Edith Stein?

–Ales-Bello: Para Edith Stein, como para Husserl, la persona está dividida en tres partes: cuerpo, psique y espíritu. Cuando Edith transcribió el segundo volumen de las «Ideas para una Fenomenología Pura», texto de su maestro Husserl, quedó impactada por esta tripartición.

Ella profundizará este aspecto, y a través del método de la fenomenología demuestra cómo los actos que cumple la persona demuestran que estas dimensiones existen.

La división de la persona en tres momentos también le sirve para acercarse a la mística y explicar que Dios está en el alma.

Potencialmente, tenemos todos los tres aspectos. Sin embargo, puede ser que se desarrolle uno o el otro según la educación. De ahí el compromiso de Edith Stein con el ámbito educativo y de la formación.

–«Quien busca la verdad busca Dios, lo sepa o no», dijo esta filósofa alemana. La investigación filosófica de Stein, ¿es una constante búsqueda de Dios?

–Ales-Bello: La frase la dijo a propósito de su maestro Husserl. Stein consideraba que Husserl no había demostrado suficientemente su religiosidad porqué no quería mezclar el aspecto académico con cuestiones religiosas. Ella le recrimina este apocamiento, esta falta de compromiso.

De hecho, para Edith, quien busca la verdad bajo un perfil filosófico busca a Dios, porque Dios es la Verdad. Así, para ella, es claro que quien busca la verdad es como si buscara a Dios.

–¿Cual es el modelo de vida que nos ha dejado esta compatrona de Europa?

–Ales-Bello: Un modelo posible pero no fácilmente obtenible. Edith Stein consigue unir muchos aspectos distintos, se interesa por distintas temáticas y tiene una gran capacidad intelectual.

Su propuesta de persona en tres dimensiones –cuerpo, psique y espíritu- es un llamamiento. Hoy resulta difícil hablar de lo espiritual, hay una gran tendencia al inmanentismo.

Edith Stein suscita un gran interés entre los que la conocen. Es interesante constatar cómo en universidades civiles proliferan tesis doctorales sobre su filosofía.

La claridad de sus intuiciones y la el carácter poliédrico de sus intereses nos conducen a profundizar situaciones existenciales que encontramos en la vida de cada día. En este sentido podemos hablar de una pensadora para nuestro tiempo.

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Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 en Breslavia –hoy Wroclaw- capital de la Silesia, una región de Alemania que pasó a Polonia después de la segunda guerra mundial, en el seno de una familia judía.

En 1913 ingresó en la universidad de Gottingen y se dedicó al estudio de la fenomenología. Allí conoció al el célebre profesor Edmund Husserl, de quien se convertiría en su asistente. Durante este tiempo llega a un ateísmo casi total. Estalla en 1914 la primera Guerra Mundial y Edith trabaja como enfermera en un hospital de cuatro mil camas. A esta obra se entrega de lleno.

El estudio de fenomenología le lleva al conocimiento profundo de la Iglesia católica y se bautiza el 1 de octubre de 1922. El Dios o el Absoluto llena toda su alma: «Cristo se elevó radiante ante mi mirada; Cristo en el misterio de la Cruz». Su encuentro definitivo fue en 1921 leyendo la autobiografía de Santa Teresa. Al ser bautizada recibió el nombre de Teresa Edwig.

A sus 42 años, el 15 de abril de 1934 viste el hábito carmelita en el convento de Colonia.
Su familia rompe con ella. El 21 de abril de 1935 emite sus votos religiosos y tres años después, aquel mismo día, sus votos perpetuos. Tomó como nombre de religión Teresa Benedicta de la Cruz.

Con el estallido de la persecución judía en la Alemania nazi, la carmelita presagia la suerte que le espera. Sus superiores quieren salvarla haciendo que huya a Holanda. El 2 de agosto de 1942 miembros de las SS se presentan en el convento y
apresan a sor Teresa Bendicta y a su hermana Rosa. Tras varios tormentos, el 9 de agosto de 1942 moría martirizada en el horno de gas de Auschwitz.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 1 de mayo de 1987 en Colonia y canonizada el 11 de octubre de 1998. El 1 de octubre de 1999 el mismo Papa la proclamó compatrona de Europa, junto a Brígida de Suecia (1303?-1373) y Catalina de Siena (1347-1380). Su fiesta se celebra el 9 de agosto.

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ZENIT Staff

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