Egipto: La nueva matanza de inocentes en Nag Hamadi

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Por monseñor Joannes Zakaria*

LUXOR, lunes, 18 enero 2010 (ZENIT.org).- Nunca como en estas cuestiones he sentido cercano el abrazo de la Iglesia, a través de la oración, la solidaridad y la espiritual participación en los dolores de mis hermanos coptos, golpeados y asesinados por los fundamentalistas musulmanes en la noche de la Santa Navidad.

Este abrazo es un apoyo necesario para continuar testimoniando el Evangelio del amor y del perdón en nuestra tierra, que ha sido bendecida por la presencia de los antiguos patriarcas y profetas, y que acogió a la Sagrada Familia cuando huyó de Belén perseguida.

Lamentablemente nuestra comunidad copta es continuamente golpeada y herida. Recuerdo en efecto que en la noche de la pasada Pascua, en la aldea de Hagaza, 25 kilómetros al norte de Luxor, los fundamentalistas islámicos asesinaron a tres coptos, un católico y dos ortodoxos. Fueron asesinados en la calle, mientras caminaban para llegar a la iglesia copto católica para la Santa Misa.

Desgraciadamente, debo reconocer que hay un plan del terrorismo de matriz islámica que apunta a transformar la alegría de nuestras fiestas cristianas en días de luto y tristeza. Las siete personas asesinadas en Nag Hamadi eran dos niños, dos jóvenes, una señora y un anciano. Pero además de ellos hay que recordar también a las nueve personas heridas, entre las cuales dos de manera muy grave.

Son víctimas de la comunidad copta ortodoxa, íntimamente ligadas a las familias coptas católicas por lazos de parentesco. Las dos comunidades coptas, la católica y la ortodoxa, en efecto están muy cercanas y a menudo celebran matrimonios “mixtos” entre jóvenes ortodoxos y católicos, por lo que la herida que golpea a una, inevitablemente marca también a la otra.

Tras la matanza de Navidad, nos hemos reunido todos a rezar por los difuntos el 8 de enero, una jornada muy especial en la que la Iglesia Copta, según su calendario litúrgico, recuerda a los niños mártires de Belén, la matanza de los inocentes querida por Herodes para deshacerse del niño Jesús, y la Iglesia Católica celebra la memoria del martirio de san Esteban.

Ha sido impresionante participar en este momento en el que todos los cristianos de Luxor, ortodoxos, católicos y protestantes, nos hemos reunido en la catedral ortodoxa para rezar por el descanso eterno de nuestros muertos, verdaderos mártires de nuestro tiempo, y para participar y compartir el dolor de sus familias.

Estuve personalmente presente con una multitud de sacerdotes, religiosas y fieles católicos. Mi reflexión en tal circunstancia se centró en la reflexión de la masacre de los niños de Belén: tras el nacimiento de Jesús, María y José y su pequeño hijo encontraron refugio y paz en Egipto, mientras que en Belén había llanto y lamento.

Hoy nos toca a nosotros sacrificar nuestra vida por Jesús y participar en el dolor de las madres de Belén. Nuestros antepasados, en los primeros siglos cristianos, durante las persecuciones, ofrecieron su sangre y su vida a Cristo. Las fuentes dicen que eran numerosísimos y muchísimos, hasta el punto de que los coptos se llaman hijos de los mártires y la Iglesia Copta llama a su calendario litúrgico “era de los mártires”, que empieza con el primer año del imperio de Diocleciano, que mató a muchos cristianos en Egipto.

Hoy, nos toca a nosotros testimoniar nuestra fe en el amor evangélico con el perdón de los otros y ofrecer nuestra oración por su bien, para que reencuentren la verdadera vía de la paz. No podemos olvidar que hoy en el mundo no somos los únicos en sufrir, en muchos países los cristianos son perseguidos y discriminados, en Iraq, Pakistán, Afganistán, Malasia, Sudán…

Esto llama a todos, en todo el mundo, a una incesante oración que pida insistentemente a Dios el don de la paz.

Traducido del italiano por Nieves San Martín

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*Monseñor Joannes Zakaria es obispo de Luxor de los coptos católicos (Egipto).

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ZENIT Staff

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