Ejercicios espirituales: Predicar el Evangelio implica dificultades y fracasos

Meditaciones en la mañana de este miércoles

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 marzo 2006 (ZENIT.org).- Predicar el Evangelio, como le sucedió al mismo Jesús, implica dificultades y fracasos, constató este miércoles el predicador de los ejercicios espirituales que están siguiendo en esta semana Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia romana.

El cardenal Marco Cé, patriarca emérito de Venecia, dedicó las dos meditaciones de la mañana a la fe en Cristo, particularmente en las pruebas que la Iglesia y sus ministros tienen que atravesar.

En la primera meditación, el predicador constató que el Evangelio de Marcos «no esconde ni mucho menos que Jesús, después de un primer momento de entusiasmo y de éxito en Galilea, tuvo que afrontar la indiferencia creciente, y la lejanía de muchas personas, cada vez más numerosas».

«En varias ocasiones sale de los labios de Jesús el lamento por el cansancio que experimenta al dar a comprender su mensaje», dijo el patriarca emérito de Venecia, según recoge la crónica ofrecida por «Radio Vaticano».

«Por tanto, no tenemos que dejarnos turbar por nuestra pequeñez. Dios es la fuerza que supera el abismo que existe entre nuestra actividad y la eficacia sobrenatural de nuestro ministerio», afirmó.

«Recordemos que en nuestro ministerio también tiene sentido la cruz del cansancio, incluso el cansancio físico del servidor del Evangelio, que con frecuencia no tiene horarios; también tiene sentido el fracaso», reconoció.

«María estaba convencida de su pequeñez. No era más que la sierva del Señor, pero el Poderoso se sirvió precisamente de ella, de su silencio y de su oración, para realizar en la historia las cosas más grandes», explicó.

En la segunda meditación de este miércoles el patriarca emérito comentó el pasaje del Evangelio de Marcos en el que Jesús y los discípulos están en la barca en medio de una fuerte tempestad.

Al miedo humanamente comprensible de los apóstoles, que estaban a punto de hundirse, reconoció, se le contrapone una reprimenda de Cristo que podría parecer exagerada.

Pero lo que quiere destacar el pasaje evangélico, siguió diciendo el cardenal Cé, es el deseo de Jesús de encontrar en el corazón de los apóstoles una fe que permanezca firme incluso en la tormenta.

Este episodio, dijo, es «una parábola de la vida de la Iglesia. Ésta vive en la historia, está marcada por nuestra debilidad, en ocasiones tienen que afrontar tempestades. En el siglo que se acaba de concluir, la Iglesia atravesó terribles tempestades y el siglo que acaba de comenzar se presenta muy amenazador».

«En los momentos de prueba, la Iglesia tiene que creer sobre todo en su Señor, pero no se puede estar bajo la cruz sin la fuerza de la gracia», indicó.

«La fe es una entrega total de nosotros mismos a Dios. Es un don», concluyó. «Pero nosotros amamos a Dios» gracias a esta fe, cuando «no veo nada, cuando no oigo nada».

Los ejercicios espirituales, cuyas meditaciones tienen lugar en la capilla dedicada a la Madre del Redentor, en el palacio apostólico vaticano, concluirán en la mañana de este sábado.

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ZENIT Staff

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