Ejercicios espirituales, «una fuerte experiencia de Dios»; explica el Papa

Promueve esta práctica caracterizada por «el clima de silencio completo»

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 11 febrero 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido que se promueva la práctica de los ejercicios espirituales, pues son momentos de «una fuerte experiencia de Dios».

Fue la petición que presentó este sábado al recibir en audiencia a los participantes en la asamblea nacional de la Federación Italiana de Ejercicios Espirituales. El mismo pontífice, en esta semana, ha dejado a un lado sus compromisos públicos para consagrarse a esta práctica espiritual.

El Papa constató que en algunos países, «mientras crecen y se difunden providencialmente múltiples iniciativas de espiritualidad, sobre todo entre los jóvenes, parece sin embargo descender el número de quienes participan en auténticos cursos de ejercicios espirituales, y parece que esto se verifica también entre sacerdotes y miembros de los institutos de vida consagrada».

En este contexto, recordó que los ejercicios espirituales son «una fuerte experiencia de Dios, suscitada por la escucha de su Palabra, comprendida y acogida en la propia vida personal, bajo la acción del Espíritu Santo, que, en un clima de silencio, de oración, y con la mediación de un guía espiritual, ofrece capacidad de discernimiento para purificar el corazón, convertir la vida, seguir a Cristo y cumplir la propia misión en la Iglesia y en el mundo».

Por este motivo, el obispo de Roma deseó que «junto a otras formas laudables de retiro espiritual no disminuya la participación en los ejercicios espirituales, caracterizados por ese clima de silencio completo y profundo que favorece el encuentro personal y comunitario con Dios y la contemplación del rostro de Cristo».

El Papa consideró que «en una época en la que cada vez es más fuerte la influencia de la secularización y, por otra parte, en la que se experimenta una difundida necesidad de encontrar a Dios, no debe desfallecer la posibilidad de ofrecer espacios de intensa escucha de su Palabra en el silencio y en la oración».

Esto implica, añadió, hacer un esfuerzo para que haya casas dedicadas a los ejercicios espirituales, en las que haya responsables bien formados, «guías, animadores y animadoras disponibles y preparados, dotados de esas capacidades doctrinales y espirituales que hagan de ellos maestros del espíritu, expertos y apasionados de la Palabra de Dios y fieles al Magisterio de la Iglesia».

Los Ejercicios Espirituales tal y como se conocen hoy fueron introducidos por san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (1491-1556).

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ZENIT Staff

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