El 1% de los católicos presta el 90% de la ayuda social en Etiopía

Entrevista con el vicario apostólico de Soddo-Hosanna

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ROMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Los Hechos de los Apóstoles narran que uno de los primeros convertidos al cristianismo fue un etíope. Ya en el siglo IV, Etiopía declaró la fe católica su religión oficial, siendo uno de los primeros países en hacerlo. Hoy, sin embargo, los católicos son menos del 1% de la población. A pesar de su pequeño número, llevan adelante el 90% de los programas sociales de la nación.

En esta entrevista, monseñor Rodrigo Mejía Saldarriaga, vicario apostólico de Soddo-Hosanna, explica como realiza la Iglesia esta extraordinaria labor de servicio.

–Usted nació, creció y se ordenó en Colombia. ¿Cómo es que ahora está en Etiopía?

–Monseñor Mejía: Llegué por primera vez a África en 1963, no a Etiopía, sino al Congo, el antiguo Congo belga en aquella época, donde trabajé durante cerca de 20 años. Luego pasé a Kenya donde trabajé como misionero 14 años, y ahora llevo en Etiopía más de 10 años.

–¿Qué es lo más difícil para adaptarse al llegar a África?

–Monseñor Mejía: Diría que el mayor desafío fue adaptarme a dos mentalidades al mismo tiempo: las mentalidades africanas de un lado y las mentalidades europeas de los misioneros de otro, porque yo era prácticamente el único latinoamericano y, por tanto, tenía que trabajar con europeos a favor de los africanos.

–¿Cómo describiría la mentalidad africana?

–Monseñor Mejía: El africano es abierto, alegre y directo en la comunicación; se puede saber con facilidad lo que piensan los africanos. Los europeos, sin embargo, son más reservados y se orientan más por la cabeza que por el corazón.

–¿Habiendo pasado tiempo en tantos países diferentes del mundo, qué tiene de único la fe etíope?

–Monseñor Mejía: El cristianismo etíope está muy marcado por la tradición judía porque había presencia judía en Etiopía antes del cristianismo. Y todavía hoy, hay tradiciones y costumbres que son del Antiguo Testamento. Por ejemplo, no comen cerdo y ayunan dos veces por semana.

–¿Cuál es el panorama religioso en la Etiopía de hoy?

–Monseñor Mejía: Etiopía es el país con el cristianismo más antiguo de África. Cerca del 45% es ortodoxo, del 4% al 5% protestante, cerca del 30% son musulmanes y el resto son religiones tradicionales africanas. Esta es más o menos la composición religiosa del país.

–Aunque los católicos suman menos del 1% de la población, la Iglesia católica se encarga de más del 90% de los programas sociales en Etiopía. ¿Cómo puede ser?

–Monseñor Mejía: Creo que esto parte de la orientación general de la Iglesia católica en las misiones: nosotros vamos no sólo a evangelizar las almas como en el pasado, sino a la gente. Etiopía es un país muy pobre con muchas necesidades sociales: necesidades educativas y necesidades sanitarias.

–¿De qué clase de pobreza estamos hablando? ¿Cuál es el salario medio?

–Monseñor Mejía: Según los estudios del Índice de Desarrollo Humano de la ONU, Etiopía es el cuarto país más pobre del mundo con carencias en educación, en alimento y en empleo. También tiene más de 70 millones de habitantes en la actualidad, lo que convierte a Etiopía en el segundo país más poblado de África, después de Nigeria.

–Pero a nivel agrícola no es un país pobre: tiene riqueza, tiene minerales. ¿Por qué no ha sido capaz de desarrollarse?

–Monseñor Mejía: La tierra es buena, tiene razón, pero los métodos agrícolas empleados son muy tradicionales. Es una especie de agricultura de subsistencia. Etiopía es el país más montañoso de África y, por eso, dependen en gran medida del agua de lluvia. Cuando hay sequía, es un drama para el campesino.

–¿Qué tipo de programas ha llevado a cabo la Iglesia?

–Monseñor Mejía: La Iglesia católica es reconocida por sus instituciones educativas, desde jardines de infancia hasta escuelas secundarias y, desde hace poco, hay un gran proyecto para comenzar una universidad católica en la capital, y quizá en otras ciudades con diversos campus. La Iglesia es conocida por su compromiso con la educación porque estamos convencidos de que es el primer paso para salir de la pobreza.

–Los cristianos son el 45% de toda la población, pero hay una gran población musulmana. ¿Cómo se sienten los musulmanes con esta labor, y con la fuerte presencia de la Iglesia, especialmente con esta clase de programas?

–Monseñor Mejía: Históricamente, Etiopía ha sido considerada siempre – incluso desde el comienzo del Islam – un país cristiano en África, y ellos lo han aceptado. Durante la persecución contra los musulmanes, incluso durante la época de Mahoma, Etiopía acogió a los musulmanes como refugiados, y desde aquel día los musulmanes prometieron que respetarían Etiopía. Esta es una tradición, una tradición oral que llega hasta hoy.

–¿Trabajan los cristianos y musulmanes juntos por el bien del país?

–Monseñor Mejía: Generalmente sí. Los musulmanes no son agresivos y son respetuosos. Y nuestras instituciones sociales están abiertas a todos: a ortodoxos, a musulmanes, y a africanos de diversas religiones.

–En los colegios, por ejemplo, ¿qué porcentaje hay de musulmanes?

–Monseñor Mejía: No tengo estadísticas exactas. Con niños pequeños, los musulmanes han comenzado sus propias escuelas coránicas, por supuesto. En nuestros colegios de secundaria, diría que quizá del 10% al 15% son musulmanes.

–¿Ve usted esto reflejado después en el panorama político? ¿Aquellos musulmanes, que han pasado por una educación católica, estarían más abiertos al cristianismo, no a convertirse, sino más abiertos a trabajar junto a los cristianos?

–Monseñor Mejía: Esta es una cuestión interesante porque, aunque tengamos instituciones católicas, no usamos nuestras instituciones para una educación católica, es decir, al menos explícitamente, nosotros no enseñamos religión en nuestras escuelas católicas.

–¿No se les permite?

–Monseñor Mejía: No, estamos enseñando religión a los católicos en nuestros colegios fuera del horario académico, y del curriculum, pero seguimos el mismo programa prescrito en el país.

–Usted es obispo de la diócesis de Soddo-Hosanna. ¿Cuál diría usted que es su mayor desafío como pastor de esta diócesis?

–Monseñor Mejía: El desafío más inmediato ha sido la sequía. Después de ser designado obispo tuvimos cinco meses sin lluvia. La tierra es buena pero esta gente siempre vive al nivel de subsistencia y pobreza. Cuando hay una sequía como esta se ven forzados a comerse las semillas, hasta el momento en que no hay nada para comer. Esta es la verdadera pobreza y esta sequía fue uno de los primeros desafíos a los que me enfrenté.

–¿Cómo trabaja la Iglesia en esta área? ¿Trabaja con la entrega de alimentos?

–Monseñor Mejía: En primer lugar tenemos que trabajar con el gobierno local y ponernos de acuerdo con ellos – pedirles autorización oficial para traer alimentos y distribuirlos. Luego contamos con la generosidad de la gente de fuera para poder traer alimentos, o recibir dinero para comprar alimentos localmente, porque, en ocasiones, la sequía está muy localizada y hay alimentos en otras partes del país, por lo que no tenemos que importar alimentos del exterior.

–¿Qué pediría a los católicos del mundo, como pastor de esta diócesis, y para Etiopía?

–Monseñor Mejía: La petición más obvia es ser sensibles y conocer mejor Etiopía, porque parece que Etiopía aparece en la televisión y en la radio sólo cuando hay problemas: cuando hay hambre o cuando hay guerras y conflictos, lo que tiene sus riesgos porque tiende a dar una imagen negativa de Etiopía. Sin embargo
, Etiopía es un país fantástico. Ofrece una diversidad de culturas. Es también un país muy hermoso en el que hay muchas cosas que contemplar y admirar.

Después, para los cristianos la palabra clave es solidaridad, solidaridad con los etíopes en sus sufrimientos, en su pobreza, porque sentimos que, tras la guerra fría y la caída del muro de Berlín, Europa está más orientada hacia Europa del Este. Son los nuevos mercados de inversiones, y sentimos que África en general y Etiopía han sido olvidadas.

–¿Cuáles son a nivel pastoral sus necesidades prácticas del día a día?

–Monseñor Mejía: En nuestro vicariato, tenemos 34 guarderías que pertenecen a la Iglesia católica. Estas guarderías no pueden contar con ingresos escolares que los niños y las familias puedan pagar. Y además de la educación, les damos un poco de alimento cada día al mediodía.

–¿Esa es la única comida que reciben?

–Monseñor Mejía: Prácticamente sí. Si no les damos esta comida, los profesores ven que los niños se quedan dormidos y tienen mucha hambre. Así que este es un gran servicio y los padres envían a los niños a estas guarderías no tanto por la educación como por el alimento. Sin embargo, necesitamos apoyo para mantener estas instituciones y algunas veces nuestros donantes nos dicen: «les ayudaremos para comenzar pero no ayudaremos en los gastos de funcionamiento». Parece muy lógico que una institución tendría que ser autosuficiente, pero en nuestro contexto es muy difícil, incluso cuando intentamos hacer que la gente sea más consciente de la necesidad de su aportación local, y ellos hacen todo lo que pueden, pero todavía tenemos este desafío.

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para «Dios llora en la Tierra», un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl

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ZENIT Staff

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