El amor a los pobres, labor pastoral que ha mantenido siempre la Iglesia en Cuba

El obispo de Pinar del Río repasa sus cincuenta años de sacerdocio

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LA HABANA, miércoles, 26 mayo 2004 (ZENIT.org).- Si bien la Iglesia en Cuba ha perdido en estas décadas espacios de acción en Cuba, se le ha abierto «un incalculable terreno de ejercicio pastoral», «la caridad y el cuidado de los más pobres», considera un obispo de la isla al celebrar sus jubileo sacerdotal.

Monseñor José Siro González Bacallao, obispo de Pinar del Río, recorrió en la homilía de la misa de acción de gracias estos años de sacerdocio, que recibió con la imposición de las manos el 28 de febrero de 1954, su experiencia personal que ha caminado junto a las dificultades vividas por el cristianismo en Cuba.

El prelado, recordó, que ha vivido «más de cuarenta años cruzando este desierto y este Mar Rojo, acompañando a los hombres y mujeres que vieron de pronto cambiar sus vidas, teniendo unos que perecer en la cárcel o el paredón de fusilamiento».

Otros, reconoció, buscaron «un exilio involuntario que se convierte en destierro»; otros perdieron «sus bienes y con ellos su horizonte»; otros «la fe de sus padres o peor aún», la cambiaron «por un lugarcito en el tren de los triunfantes».

«He aprendido en este tiempo que los triunfos, los bienes y las alegrías humanas no crean una solidaridad tan fuerte como la que nace con los dolores y las pruebas. Y he disfrutado el consuelo de los que, permaneciendo, han luchado por la fe, por sus principios cristianos y humanos y se han hecho solidarios de penas y alegrías», recordó.

«Nuestro campo de acción sacerdotal quedó muy limitado en actividades diversas, pero nos quedó un incalculable terreno de ejercicio pastoral marcado por la caridad y el cuidado de los más pobres, muchos de los cuales son tan pobres que no conocen su pobreza», subrayó el prelado.

«Qué consolador saber que somos responsables portadores de esta palabras: «Vayan a Él todos los que están cansados y agobiados que Él los aliviará». Y qué consolador experimentar que Él alivia a través de nosotros, sus sacerdotes», reconoció.

«De toda esta larga, a veces penosa y casi siempre gozosa experiencia he aprendido la lección que transmito a ustedes con autoridad de presbítero –sintetizó–: nuestra actividad pastoral exige que estemos cerca de los hombres y de sus problemas, tanto personales y familiares, como sociales, pero exige también que estemos cerca de estos problemas «como sacerdotes». Sólo entonces, en el ámbito de todos esos problemas, somos nosotros mismos».

Juan Pablo II se ha unido a la celebración del jubileo sacerdotal de monseñor José Siro González Bacallao a través de una carta en la que reconoce que «muy a menudo» se acuerda de Cuba, y en la que repesa sus cincuenta años de ministerio sacerdotal.

«Suplicamos al benignísimo Señor que recompense generosamente tus méritos y sea para siempre tu Auxilio», afirma el Papa en su misiva.

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ZENIT Staff

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