El antídoto ante el avance de las sectas en Latinoamérica, según el Papa

«Un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador», afirma

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 mar 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha confesado su preocupación ante el constante avance de sectas fundamentalistas en América Latina, que constituyen un «grave obstáculo» para la evangelización del continente «de la esperanza».

Al encontrarse esta mañana con los consejeros y miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, el pontífice recordó que esas tierras «acogen ahora cerca de la mitad del orbe católico». Ahora bien, esos países, que «se distinguen por una identidad cultural profundamente sellada por el Evangelio y cuentan con una Iglesia viva y llena de dinamismo evangelizador», corren el peligro de perder su identidad católica ante la seducción de fórmulas simplistas, a veces acompañadas por promesas económicas.

«Es necesario prestar especial atención al problema de las sectas, que constituyen un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador», confirmó el obispo de Roma.

«Es necesaria una acción pastoral resolutiva para afrontar esta grave cuestión, revisando los métodos pastorales empleados, fortaleciendo las estructuras de comunión y misión y aprovechando las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada», añadió.

En realidad, si las sectas avanzan es porque la Iglesia en América Latina no cuenta con estructuras y hombres suficientes para atender a sus cientos de millones de fieles. Por ello, el Papa pidió ante todo impulsar «la presencia de los evangelizadores, pues allí donde operan sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos entregados al apostolado, las sectas no prosperan».

«La fe, aún siendo un don de Dios, no se suscita ni se mantiene sin la mediación de los evangelizadores», aclaró.

El porcentaje de sacerdotes por católico en América Latina es superior al que se da en el resto de los continentes, incluidos África y Asia. Según datos de la última edición del Anuario Estadístico de la Iglesia, dos países latinoamericanos baten records mundiales por falta de sacerdotes: en Honduras hay 15.505 sacerdotes por cada católico; un dato superior incluso al de Cuba (15.396), en donde desde la revolución comunista ha sido difícil la llegada de misioneros.

Sólo en Arabia Saudí (donde prácticamente no hay sacerdotes) y Kuwait (18.963) los católicos cuentan con una asistencia inferior de sacerdotes. En África el número de católicos por sacerdote es muy inferior (la media gira en torno a los cuatro mil).

Otros países latinoamericanos en los que los católicos sufren a causa de la escasez de sacerdotes son Nicaragua (10.303 católicos por sacerdote), Guatemala (9.837), El Salvador (9.151), Venezuela (9.010), Brasil (8.741), Perú (8.351).

Para comprender mejor la situación basta pensar que en Estados Unidos, tercer país por número de católicos del mundo tras Brasil y México, hay 1.210 católicos por sacerdote; en España 1324; y en Francia 1.784.

Estos datos llevan al Santo Padre a subrayar la «capital importancia» del «fomento y cuidado de las vocaciones». «América Latina necesita aún muchos más sacerdotes», insistió.

En este sentido, constató con satisfacción «cómo surgen en numerosas diócesis nuevos seminarios, también seminarios menores». Y las estadísticas confirman la esperanza del Papa. En México, por ejemplo, en 1990, había 4.829 seminaristas mayores; en 1998 eran 7.676. En Brasil, en ese mismo período de tiempo, se pasó de 3.224 seminaristas mayores a 8.076. Se trata de una tendencia presente en casi todos los países latinoamericanos.

Para vivificar la fe de los católicos latinoamericanos, antídoto para el avance de las sectas, el Papa ofreció, además, pistas muy concretas.

Ante todo, pidió a los pastores presentes en el encuentro «conservar, defender y acrecentar la integridad de la fe», un desafío que desde septiembre del año pasado cuenta con la orientación de la declaración «Dominus Iesus» sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, que publicó la Congregación para la Doctrina de la Fe, recordó.

En segundo lugar, el pontífice sugirió promover la Eucaristía como «lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo vivo». Y añadió: «La misa dominical debe ser compromiso y práctica constante de todos los fieles».

Por último, pidió un esfuerzo particular en la «evangelización de los jóvenes». «La última Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en el mes de agosto del año jubilar, ha puesto de relieve que los jóvenes son una potente fuerza evangelizadora para el mundo de hoy –recordó–. Es necesario evangelizarlos profundamente, partiendo de sus recursos de generosidad, apertura e intuición».

«Espero que la próxima Jornada de la Juventud, que se celebrará en América y precisamente en Toronto (Canadá) sea un nuevo y decisivo jalón en la evangelización de los jóvenes en ese amado continente», concluyó.

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ZENIT Staff

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