El antídoto, según el Papa, para que el amor no se contamine de egoísmo

La Eucaristía, el regalo más grande dejado por Cristo

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 junio 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II recordó este domingo que la Eucaristía es el regalo más grande que dejó Cristo a los cristianos y el antídoto para que el amor mutuo no quede contaminado por el egoísmo.

Tras recordar que muchos países del mundo por razones pastorales celebraban en este día la fiesta del «Corpus Christi» (la liturgia la había propuesto para el jueves anterior), el Santo Padre constató con emoción que se trata de una solemnidad en la que «la comunidad eclesial se aprieta en adoración en torno al tesoro más precioso que Cristo Señor le ha dejado en herencia: el sacramento de la Eucaristía, memorial perpetuo de su sacrificio redentor».

«El «Corpus Domini» –añadió– es fiesta de sugerentes resonancias populares, ligadas sobre todo a la tradición sumamente elocuente de acompañar en procesión el Santísimo Sacramento por las calles de las ciudades y de los pueblos. Es fiesta de alegría, por el don maravilloso del Pan al que Cristo ha ligado su promesa de vida eterna: Pan que es realmente su carne, es decir, su humanidad, a través de la cual Dios santifica los corazones, las personas, las comunidades, las naciones y el cosmos entero».

Por este motivo, continuó diciendo el obispo de Roma, «la Eucaristía es el Sacramento del amor por excelencia, entendido como don de sí».

«Sin el alimento espiritual que proviene del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, el amor humano queda siempre contaminado por el egoísmo –continuó diciendo–. La comunión con el Pan del cielo, por el contrario, convierte los corazones e infunde en ellos la capacidad de amar como nos ha amado Jesús».

Un misterio que el pontífice sintetizó en una fórmula eficaz: «Dios en el hombre, el hombre en Dios».

Antes de despedirse de los peregrinos, el pontífice confió a María la próxima peregrinación que realizará a Ucrania entre el 23 y el 27 de junio. «Que este viaje apostólico pueda marcar una nueva etapa en el camino hacia la auspiciada unidad de todos los cristianos», deseó.

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ZENIT Staff

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