El árbol de Navidad de la plaza de San Pedro llega desde Calabria

El 4 de diciembre desde la región italiana llegará un abeto blanco de 25 metro y el 19 de diciembre se iluminará

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El árbol de Navidad que este año adornará la plaza de San Pedro procede de las región italiana de Calabria. Un abeto blanco de 25 metros de alto llegará la noche del 4 de diciembre para decorar la plaza.  El árbol tiene una peculiaridad: el tronco principal tiene un tronco gemelo, se trata por tanto, de dos troncos unidos. Asimismo, se donarán pequeños árboles para las decoraciones de las oficinas de la Santa Sede. La comunidad donante, de la provincia de Catanzaro además, entregará al Santo Padre un regalo, «fruto de la maestría de los propios artesanos, y de los productos típicos de la región».

La tradición del árbol de Navidad en la plaza de San Pedro, inicó en 1982, durante el pontificado de san Juan Pablo II.

Por otro lado, el pesebre, llamado «El pesebre en Obra» será donado por la Fondazione Verona per l’Arena y está inspirado en la lírica. El Belén estará formado por unas 25 estatuas de arcilla en tamaño natural, con vestidos y accesorios que podrán ser expuestos a la intemperie sin necesidad de ser cubiertos.

Este año, tanto el pesebre como el árbol serán iluminados el mismo día: la tarde del 19 de diciembre a las 16.30. Será una única ceremonia en presencia de las dos delegaciones donantes, que esa misma mañana serán recibidas por el Santo Padre.

La costumbre del árbol de Navidad se remonta a los antiguos germanos, que creían que el mundo y los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el “divino Idrasil” o el “dios Odín”. En el solsticio de invierno le rendían un culto especial. La celebración consistía en adornar un árbol con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol.

Cuenta la tradición que fue san Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, quien tomando el árbol que representaba al dios Odín, plantó en su lugar un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano. Las manzanas para representar las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas para representar a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

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ZENIT Staff

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