El árbol de Navidad es símbolo de esperanza, afirma el Papa

Audiencia del Papa a los peregrinos austriacos que han donado el abeto a la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 15 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- «Con su forma elevada, su verde y las luces en sus ramas, el árbol de navidad es símbolo de vida que remite al misterio de la Noche Santa». Con estas palabras explicó el Papa el significado cristiano del árbol de navidad, a los peregrinos procedentes de Austria, donantes del enorme abeto que desde este fin de semana adorna la Plaza de San Pedro.

«Cristo, el Hijo de Dios, trae al mundo oscuro, frío y sin redención en el que nació, una nueva esperanza y un nuevo esplendor», añadió.

Como es tradición desde hace más de una década, un abeto de enormes dimensiones, junto con un belén, adornan la plaza principal del Vaticano. Este árbol es obsequio de una región distinta cada año. El actual procede del valle de Piesting (Baja Austria), y fue entregado el pasado viernes 12 de diciembre al Papa por una delegación austriaca.

En la audiencia concedida, el Papa recordó «el alma profundamente cristiana de Austria» y pidió a los peregrinos que «hagan de modo que también en el futuro este testimonio de Cristo siga vivo para dar a los hombres apoyo y orientación en su vida».

«Si el hombre se deja tocar e iluminar por el esplendor de la verdad viviente que es Cristo -prosiguió-, experimentará una paz interior en su corazón y se convertirá él mismo en instrumento de paz en una sociedad que tiene tanta nostalgia de reconciliación y de redención».

El abeto, que mide más de 30 metros de alto, fue colocado el pasado sábado en el centro de la Plaza de San Pedro, y se ha adornado con alrededor de 2.000 esferas de colores y un nuevo sistema de iluminación de más de 1.500 puntos de luz.

En la inauguración del árbol estuvieron presentes el cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación del Estado Ciudad del Vaticano, así como el gobernador de la Baja Austria, Erwin Pröll, el embajador de Austria ante la Santa Sede, Martin Bolldof, y el obispo de Sankt Pölten, monseñor Klaus Küng.

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ZENIT Staff

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