El arte, la sociedad y el Absoluto en Kristof Zanussi

El director polaco explica cómo el cine puede enseñar a mirar a lo alto

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KATOWICE, Polonia, martes 13 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- En la “nostalgia por el Absoluto” que caracteriza al hombre contemporáneo, el cine puede enseñar a mirar hacia lo alto, explica a ZENIT Kristof Zanussi, uno de los directores de cine polacos más famosos.

Zanussi (Varsovia, 1939), físico y filósofo, ha dado forma en su larga carrera a un tipo de cine introspectivo y reflexivo, centrado en las cuestiones trascendentes, que le ha permitido obtener numerosos premios y reconocimientos internacionales desde los años ochenta.

Tras su debut con “La estructura de cristal” (1969), se hizo famoso en todo el mundo con “De un país lejano – Juan Pablo II” (1981), “Hermano de nuestro Dios” (1996), “La vida como enfermedad de transmisión sexual” (2000) y “El sol negro” (2007).

En los países del centro de Europa, el paso del comunismo a la democracia y al libre mercado no ha sido indoloro. Ese cambio en la concepción de la vida ha causado frustraciones y sentimientos de marginación.

En sus obras, aparece evidentemente este dilema humano y psicológico que se presenta,en primer lugar, en las relaciones familiares e interpersonales.

Como explica en una entrevista a ZENIT, “los problemas de la sociedad y del arte polacos son parecidos a los del resto de Europa”.

“Nuestro futuro no está claro -afirma-. Hay una tendencia autodestructiva en la mentalidad occidental y está, al mismo tiempo, la posibilidad misma del ave fénix que resurge de las cenizas.

Respecto a la situación concreta de Polonia, el cineasta se refiere a la experiencia de un congreso sobre cultura polaca celebrado recientemente en Cracovia, con la participación de numerosos artistas famosos de varias disciplinas.

“Las conclusiones son alentadoras”, asegura, “se espera que el proceso de emancipación cultural se desarrolle de manera satisfactoria y que los contenidos de las obras de arte mantengan un carácter nacional”.

Zanussi también destaca que el poder del cine depende mucho de la actitud del espectador. “El cine como lenguaje tiene posibilidades casi ilimitadas -afirma-. Puede expresar, de hecho, los contenidos más sofisticados, como la experiencia mística”.

Pero, añade, “el problema, realmente, afecta principalmente al espectador: si quiere ser ‘perturbado’ o prefiere un placer hedonista”.

En este sentido, el director polaco reconoce que el arte cinematográfico puede sensibilizar al espectador indiferente o distraído a mirar más allá de las apariencias e incluso a dirigir su mirada hacia lo alto.

Pero al mismo tiempo, lamenta, “desgraciadamente, muchos no quieren mirar hacia lo alto”.

“La sociedad del bienestar sofoca la sensibilidad metafísica -explica-. Pero en el fondo, el hombre siempre ha sido igual y, al mismo tiempo, siente una fuerte nostalgia por el Absoluto”.

Por Giovanni Patriarca, traducción del original italiano por Patricia Navas

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ZENIT Staff

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