El arzobispo de Seúl, próximo purpurado de Corea, recuerda la represión religiosa en el Norte

SEÚL/ROMA, viernes, 3 marzo 2006 (ZENIT.org).- Llamado al cardenalato por Benedicto XVI el pasado 22 de febrero, el arzobispo de Seúl ha vuelto a denunciar la situación de falta de libertad religiosa bajo el régimen de Pyongyang –capital de Corea del Norte–, de donde también es administrador apostólico.

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En Corea del Norte no existe la libertad religiosa y el país atraviesa una gravísima situación sanitaria y alimentaria. El paralelo 38 separa el
Norte del Sur de Corea desde el armisticio de 1953.

El arzobispo Nicholas Cheong Jin-suk será el primer cardenal surcoreano en
37 años. En cuanto conoció su nombramiento, mantuvo un encuentro con su predecesor en el pastoreo de Seúl, el cardenal Stephen Kim Sou-hwan.

«Procuraré seguir sus huellas, las de una gran guía para la Iglesia en
Corea», expresó monseñor Cheong Jin-suk en declaraciones a «AsiaNews».

Igualmente manifestó su agradecimiento al Santo Padre por esta creación cardenalicia: «Lo haré lo mejor que pueda por seguir las indicaciones que el Papa quiera dar para la nación».

«Mi compromiso se orienta a la mejora y a la distensión de las relaciones entre las dos Coreas –explicó–, pero tengo también intención de seguir trabajando en los precedentes objetivos sociales de la Iglesia, como la pobreza y la desigualdad social».

A la represión religiosa del Norte dirigió su mirada tras la celebración de su primera misa después de su llamamiento a la púrpura cardenalicia.

«Sería impensable para el Pontífice no visitar toda la península coreana por la actitud de la parte Norte, que hasta la fecha impide la presencia permanente de sacerdotes, sea cual sea su nacionalidad», expresó.

«Cuando el Papa visita una nación, sacerdotes y religiosos deben ser libres de poderle encontrar, de poder hablar con él o al menos de verlo. La represión religiosa hace todo esto imposible», subrayó, hablando a la prensa en la catedral de Myeongdong.

El futuro purpurado recordó –recogió «AsiaNews» el martes– que el número de católicos en Corea del Norte se ha precipitado de 55 mil (con 58 iglesias y cerca de un centenar de sacerdotes) «presentes inmediatamente después de la liberación del dominio colonial de Japón, a una cifra actual que oscila entre 1.000 y 3.000, sin posibilidad de confirmarla».

«De parte de la Santa Sede, y también de la mía propia, se han dirigido, durante bastantes años, peticiones a Corea del Norte para que consienta la presencia de sacerdotes. Pero nos han seguido respondiendo que “no es aún el momento oportuno”», afirmó.

«No obstante –recordó–, la Iglesia en Corea, y en particular la archidiócesis de Seúl, jamás ha dejado de enviar bienes de distinto tipo más allá de la frontera en los últimos años, llegando a donar más de diez millones de dólares estadounidenses».

Pero en su opinión, «antes de emprender el camino de la reunificación, las dos Coreas deben perdonarse y arrepentirse de cuanto hicieron durante la guerra civil y en el período sucesivo».

Para el prelado, su creación como cardenal «es un signo del peso mayor de la Iglesia católica en Corea, pero también de la nación entera, porque hay sólo treinta naciones en el mundo con dos o más cardenales».

El anuncio del primer consistorio de este pontificado para la creación de quince nuevos cardenales, que tendrá lugar el 24 de marzo, sorprendía con el nombramiento de tres futuros cardenales de Asia: el arzobispo de Seúl, el arzobispo Gaudencio B. Rosales –de Manila— y el obispo de Hong Kong, monseñor Joseph Zen Ze-kiun.

Monseñor Jin-suk confirmó a la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras su fuerte amistad con los prelados de Manila y Hong Kong: «Estoy seguro de que trabajaremos juntos para la evangelización y el bienestar del continente asiático».

Originario de Seúl, donde nació el 7 de diciembre de 1931, Nicholas Cheong Jin-suk fue ordenado sacerdote a la edad de 29 años. Consagrado obispo con 38, fue designado al frente de la diócesis de Cheongju.

En 1998 fue elevado a la dignidad arzobispal, tomó posesión de la sede de Seúl y fue nombrado administrador apostólico de Pyongyang.

Entre sus fuertes compromisos no sólo figura la lucha contra la disparidad social, sino el debate sobre la investigación en células estaminales, condenando la que se realiza en las embrionales; de hecho ha creado un «Fondo para la vida» orientado a recoger medios para la investigación en células estaminales adultas.

Corea del Norte tiene unos 22 millones de habitantes; Corea del Sur alrededor de 48 millones. La comunidad católica del país supera los cuatro millones de fieles.

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ZENIT Staff

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