El asesinato de un sacerdote cuestiona el papel de las autoridades congoleñas

Los gobernantes deben proteger a la población, advierte el obispo de Matadi

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KINSHASA, 29 agosto 2003 (ZENIT.org).- Una multitud de fieles y religiosos desbordaron el jueves pasado la catedral de Mbanza-Ngungu, en la provincia de Bas Congo, para participar en el funeral por el padre Alphonse Kavendiambuku, sacerdote congoleño asesinado el 26 de agosto en un intento de robo a unos cien kilómetros de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.

Al grito de «que no se vuelva a repetir», los fieles se dirigieron repetidamente a las autoridades presentes en las exequias, que presidió monseñor Gabriel Mamputu, obispo de Matadi, diócesis a la que pertenecía el padre Kavendiambuku.

En su homilía, monseñor Mamputu pidió a los fieles «oración incesante para que vuelva la paz al país y con ella cese por fin la barbarie y la violencia que sigue golpeando al Congo y a su gente».

Dirigiéndose después a las autoridades políticas y militares presentes, el obispo de Matadi recordó que el deber principal de los gobernantes es el de proteger la paz y garantizar la defensa de la población.

En el funeral por el sacerdote asesinado participaron asimismo el obispo de Kisantu, Fidele Nsiele, el de Kinshasa, Dominique Bulamatari, un centenar de sacerdotes, otro tanto de religiosos y numerosos fieles que no dejaron un sitio libre en la catedral.

«Estamos profundamente indignados y afligidos por la trágica muerte del padre Kavendiambuku. Es absolutamente inaceptable la violencia que se registra contra miembros de la Iglesia y contra la población civil de la República Democrática del Congo», declaró a Misna el canciller de la diócesis de Matadi, el padre Germain Nzinga.

«En los últimos cuatro meses –añadió–, nuestra diócesis ha perdido a dos excelentes y valerosos sacerdotes locales». El padre Nzinga recordó la suerte que corrió el pasado marzo el padre Dieudonné Mvuezolo-Tobo, coordinador de las escuelas católicas de la diócesis, también asesinado por bandidos armados.

De acuerdo con el testimonio ofrecido por dos supervivientes de la emboscada del martes pasado, el coche en el que viajaba el padre Kavendiambeku –junto al conductor y una tercera persona– fue atacado inesperadamente por cinco hombres armados –uniformados– a la altura de Kavuaya, provincia de Bas Congo, a un centenar de kilómetros de Kinshasa.

Se trataba de cinco antiguos militares de las Fuerzas Armadas Congoleñas (FAC), desertores que como muchos otros en la zona se han entregado al bandolerismo asaltando los vehículos que circulan por las principales carreteras de la región.

Los asaltantes abrieron fuego inmediatamente contra el automóvil, acribillándolo a golpe de ametralladora. El religioso fue alcanzado por varios impactos en el estómago y el conductor en un ojo, mientras que el tercer pasajero salió milagrosamente ileso de la lluvia de proyectiles.

El padre Kavendiambeku fue trasladado urgentemente al hospital, pero al entrar en quirófano los médicos no pudieron hacer otra cosa que certificar su fallecimiento.

El sacerdote había sido hasta el año pasado rector del seminario mayor de Maydi, en Bas Congo. Actualmente daba clases en el Instituto Superior de Pedagogía de Mbanza-Ngungu, en la diócesis de Kisantu.

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ZENIT Staff

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