“El bien común debe prevalecer sobre los intereses nacionales”

Llamamiento del presidente de los obispos europeos sobre Copenhague

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BRUSELAS, jueves, 10 diciembre 2009 (ZENIT.org).- Previamente a la reunión del Consejo Europeo en Bruselas lo días 10-11 de diciembre, el presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), monseñor Adrianus van Luyn, ha hecho un llamamiento a quienes deciden en la Unión Europea y los 27 estados miembros a lograr que se pueda adoptar un acuerdo sobre el clima ambicioso, global y justo bajo el patrocinio de la ONU.

En su llamamiento, monseñor Van Luyn afirma que “la comunidad internacional no logrará controlar el desafío del cambio climático sino cuando todos los responsables políticos unan sus fuerzas”.

“En Copenhague, el bien común debe prevalecer sobre los intereses nacionales. El tiempo apremia y las tácticas dubitativas deben ahora dejar paso a una acción decidida”, añade el presidente de los obispos europeos en un nota enviada a ZENIT por la COMECE.

El llamamiento de la COMECE se dirige especialmente a la Unión Europea: “La UE ha probado en el pasado que estaba en condiciones de ponerse a la cabeza de los esfuerzos de lucha contra el cambio climático a nivel mundial. Pedimos a los responsables de la UE que ejerzan este mismo liderazgo en Copenhague”.

El cambio climático se convertirá cada vez más en una cuestión de supervivencia para las futuras generaciones. Pone a ruda prueba la justicia entre generaciones. Monseñor Van Luyn llama a todos los responsables a seguir el llamamiento de Benedicto XVI, en la Caritas in Veritate, a “dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado tal que puedan también habitarla dignamente y seguir cultivándola”.

La nota subraya que actualmente son numerosos los hombres y mujeres que sufren las consecuencias del recalentamiento climático. Los países en vías de desarrollo afrontan especialmente un número creciente de inundaciones, sequías, falta de agua, malas cosechas y fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo el recalentamiento climático ha sido generado por la industrialización de la civilización occidental y el modo de vida de las sociedades desarrolladas.

“No es pues una limosna –afirma monseñor Van Luyn- sino un imperativo de justicia que ayudemos a los países en vías de desarrollo con una ayuda financiera consecuente para superar las consecuencias nefastas del cambio climático y ofrecerles igualmente perspectivas realistas de un crecimiento ecológico duradero”.

“Estamos persuadidos –añade- que un acuerdo global sobre la protección del clima debe fijarse como objetivo limitar el calentamiento global medio a menos de 2ºC. Para hacer esto, los países industrializados, y también los grandes países en vías de desarrollo, deben comprometerse a una disminución notable de sus emisiones de gas de efecto invernadero, que corresponde a las recomendaciones hechas por la comunidad científica”.

Además, según la nota de la COMECE, un acuerdo sobre el clima debe comportar objetivos que obliguen a los países a realizar transferencias de tecnología y aportar un apoyo financiero a los países en vías de desarrollo. Esto les permitirá a la vez invertir en la mejora de la eficacia energética, las energías renovables y también desarrollar tecnologías más respetuosas con el medio ambiente y tomar medidas de adaptación al cambio climático. Tal “ayuda climática” debería ser acordada como complemento a la ayuda al desarrollo que ya ha sido prometida para otros objetivos.

Monseñor Van Luyn anima finalmente a los creyentes y todos los hombres y mujeres de buena voluntad a volver hacia un modo de vida ecológica y duradera, inspirado por un redescubrimiento de los valores no materiales de la vida y la moderación elegida.

“Más que nunca, necesitamos hoy considerar la vida en su globalidad; una vida que no se base en la riqueza material sino en la riqueza de las relaciones humanas y los valores culturales y espirituales”, concluye.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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