El cardenal Cipriani envía a más de 10.000 misioneros a las calles de Lima

«El ejemplo será el mejor misionero», les recuerda

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LIMA, lunes, 19 abril 2004 (ZENIT.org).- Tras un largo período de preparación, más de 10.000 misioneros recibieron el domingo –fiesta de la Divina Misericordia— del arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, la bendición en la Misa de Envío de la Gran Misión «Rema Mar Adentro» en la Basílica Catedral de Lima.

En un ambiente de gozo y fiesta, numerosas delegaciones de las diferentes parroquias de la archidiócesis de Lima participaron en la Eucaristía durante la cual el purpurado subrayó la activa participación de los jóvenes en la gran iniciativa misionera, cuyo principal objetivo es llevar la luz de Cristo a todos los rincones.

«Juventud, sacúdete de ese relativismo moral que quiere corromper desde tu ternura hasta tu madurez. Rebélate con el amor de Dios, que no quiere que los hombres y mujeres jóvenes sean tratados de cualquier manera», manifestó el prelado en la celebración que marcó el inicio de la nueva tarea evangelizadora, convocada por Juan Pablo II.

A los miles de fieles que abarrotaron la Basílica Catedral, el primado de la Iglesia de Perú recordó que fue el mismo Cristo quien pidió predicar el Evangelio por todo el mundo, según recoge la Sala de Prensa del arzobispado de Lima.

«Hoy renovamos nuestra lealtad al llamado de Cristo. La fuerza del Espíritu Santo no nos faltará, la Iglesia de Lima adquiere un rostro misionero, adquiere la fuerza del Espíritu Santo», constató.

Por ello manifestó que ahora mismo es tiempo de salir a las calles para llevar la luz de Cristo a los hogares, a los colegios, a las universidades y a todos los rincones donde hombres y mujeres necesitan que alguien les anuncie la Buena Nueva.

«Hoy tenemos como gran desafío esa aparente contradicción entre la fe y la vida que vivimos –reconoció–. Hoy nos convoca la patria para que la Iglesia le ayude a afirmar una gran identidad cristiana y católica que brota de esa unidad entre la fe que profesamos hoy en la Santa Misa y la fe que profesamos cada día en cada lugar donde uno se encuentra».

Tras la bendición y la renovación de las promesas bautismales, los misioneros recibieron del cardenal Cipriani una cruz que llevarán como símbolo de fe, la misma que los identificará como los hombres y mujeres preparados para «echar las redes» en esta nueva evangelización.

«Este trabajo no supone superioridad; tampoco supone que seamos más perfectos, sino que exige mayor humildad, mayor sencillez. Les pido de su tiempo para que con humildad puedan ser seguidores de Cristo y les pido también un esfuerzo constante de conversión: el ejemplo será el mejor misionero», exhortó el prelado a los más de 10 mil misioneros.

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ZENIT Staff

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