El cardenal de Honduras recibe premio «Raúl Silva Henríquez»

SANTIAGO, 10 abril 2003 (ZENIT.org).- El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) fue galardonado este miércoles con el Premio Cardenal Raúl Silva Henríquez, al celebrarse el cuarto aniversario de su fallecimiento.

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La entrega del reconocimiento tuvo lugar en el Centro de Extensión de la Universidad Católica y contó con la presencia del arzobispo Aldo Cavalli, nuncio apostólico en Chile; del cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago; así como de otros representantes de la Iglesia, diplomáticos, rectores de universidades etc.

Según informa el portal del episcopado chileno (http://www.iglesiachile.org), antes de la entrega del galardón se desarrolló un Foro-Panel, titulado «¿Es posible superar la pobreza?», en el que los diferentes participantes coincidieron en que la lucha contra la pobreza tiene que llevarse a la práctica con acciones concretas y no sólo planes.

En este encuentro, intervinieron el padre Miguel Ortega, vicepresidente de la Fundación Cardenal Raúl Silva Henríquez; Pedro Guell, sociólogo del Programa Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (PNUD); y Ricardo Ffrench-Davis, economista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

El padre Ortega, durante su intervención, puso de relieve la conducta seguida por monseñor Raúl Silva Henríquez, que durante toda su vida llevó a la práctica con diversas obras las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo, especialmente de amor a los más pobres.

El cardenal Rodríguez Maradiaga afirmó al concluir el Foro que «no podemos continuar con la ceguera; estamos marchando no sólo a la globalización de los mercados, lo que significa la concentración de la riqueza, sino a la globalización de la pobreza que significa aceptar que, para los pobres, la esperanza fue ajusticiada».

«Una mirada detenida sobre el mundo nos debe llevar a pensar que la primera gran lucha es en contra de la miseria, contra el egoísmo, contra la indiferencia, contra el conformismo. Es preciso entenderlo, la pobreza es el mayor enemigo de la paz», concluyó.

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ZENIT Staff

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