El cardenal Ratzinger pide oraciones por un nuevo Papa que «nos guíe» a Cristo

Advierte ante la «dictadura del relativismo» en la misa por la elección del pontífice

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 abril 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Joseph Ratzinger, decano del colegio cardenalicio, presidió este lunes la misa «por la elección del romano pontífice» en la que pidió a Dios un nuevo Papa, que como Juan Pablo II, lleve a la humanidad hacia el amor de Cristo.

«En este momento, pidamos sobre todo con insistencia al Señor que, después del gran don del Papa Juan Pablo II, nos dé de nuevo un pastor según su corazón, un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría», invitó al dirigirse en particular a los 115 cardenales electores.

El cónclave comenzó horas después, en la tarde, después de la solemne procesión de los participantes hasta la Capilla Sixtina y de que se pronunciara el «extra omnes» (todos fuera), ante las cámaras de televisión de todo el mundo.

El purpurado alemán, que durante dos décadas ha sido prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidió la eucaristía en una basílica de San Pedro en la que estuvieron también presentes numerosos cardenales no electores (han cumplido ochenta años), muchos obispos, el cuerpo diplomático y miles de fieles.

Su homilía se convirtió en una reflexión sobre la vocación de los cardenales, como pastores de la Iglesia, llamados a conducir a los fieles hacia una fe adulta.

«La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos con frecuencia ha quedado agitada por las olas, zarandeada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinismo; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.», constató el purpurado bávaro que acaba de cumplir 78 años.

«Cada día nacen nuevas sectas», reconoció. «Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar «zarandear por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud que está de moda».

«Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas», subrayó.

Los cristianos «tenemos otra medida», recordó, «el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo».

«»Adulta» no es una fe que sigue las olas de la moda y de la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo», indicó.

«Tenemos que madurar en esta fe adulta, tenemos que guiar hacia esta fe al rebaño de Cristo. Y esta fe, sólo la fe, crea unidad y tiene lugar en la caridad», aclaró.

«Cuanto más amamos a Jesús –señaló por último al concluir su homilía recibida con largos aplausos–, más le conocemos, más crece nuestra auténtica libertad, la alegría de ser redimidos. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!».

En la oración de los fieles, se rezó «por los cardenales llamados a elegir al romano pontífice» «para que, iluminados por la gracia del Espíritu Santo elijan a un digno padre y pastor de la Iglesia que se dedique con todas sus fuerzas al servicio del pueblo de Dios».

Se rezó también por todos los pueblos de la tierra, por la paz, por quienes están oprimidos y por el difunto Papa Juan Pablo II.

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ZENIT Staff

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