El cardenal Ruini pide buena voluntad para superar la crisis iraquí

Al inaugurar la asamblea del episcopado italiano

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CIUDAD DEL VATICANO, 18 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- El presidente del episcopado italiano ha pedido una actitud de buena voluntad a los gobiernos de Irak y de los países occidentales para evitar que la actual tensión se convierta en guerra.

Al intervenir este lunes en la apertura de la asamblea general del episcopado italiano, que se desarrollará en Collevalenza (Italia) hasta el 21 de noviembre, el cardenal Camillo Ruini consideró «muy tenso y peligroso el estado de relaciones» con el gobierno de Bagdad.

«Tras la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y su aceptación por parte iraquí –constató el obispo vicario del Papa para la diócesis de Roma–, las inspecciones para garantizar el desarme de ese país están a punto de iniciar, pero se requerirá de parte de todos una actitud de buena voluntad y un esfuerzo grande y sincero para evitar que la situación se precipite, con consecuencias gravísimas y con toda probabilidad no limitadas al territorio iraquí».

Enumerando otros «grandes motivos de preocupación a nivel internacional», el cardenal Ruini consideró que los «dos terribles ataques» en Bali y Moscú demuestran que «el terrorismo no ha sido derrotado ni mucho menos, a pesar del compromiso desplegado para reprimirlo, y puede golpear en cualquier lugar».

Citó al mismo tiempo «los ataques perpetrados contra los cristianos», como la masacre del 25 de septiembre contra una ONG en Pakistán, así como el secuestro en Colombia de monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y del padre Desiderio Orjuela, liberados el 15 de noviembre por el Ejército.

Tras constatar que en Tierra Santa «no deja de aumentar el número de víctimas», consideró que ese conflicto sólo se podrá resolver en el «respeto de los derechos de cada uno de los dos pueblos a tener una patria y a vivir en seguridad». Al mismo tiempo, dijo, «hay que garantizar a los cristianos la posibilidad de vivir en Tierra Santa y de profesar su propia fe».

Ante este panorama, el presidente del episcopado italiano consideró que el papel de la religión debe ser el de «estimular y hacer que emerja todo su potencia del paz, orientando o incluso «convirtiendo» hacia la recíproca comprensión a las culturas y civilizaciones, que en ella se inspira».

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ZENIT Staff

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