El cardenal Ruoco Varela desenmascara la blasfemia del terrorismo

Inaugura la plenaria de la Conferencia Episcopal Española

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MADRID, 19 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Heraldos de la esperanza en un mundo bajo la amenaza terrorista. Este es el desafío que presentó el cardenal Antonio Mª Rouco Varela, al inaugurar este lunes la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española.

El presidente de la Conferencia Episcopal recordó conmocionado los atentados del 11 de septiembre, y parafraseando el tema central del Sínodo de los obispos, que se celebró en Roma el mes de octubre, afirmó que como «ministros del Evangelio de Cristo», los prelados deben ser «portadores de la auténtica esperanza de la humanidad y desde esta esperanza, que es Jesucristo resucitado».

Fragilidad
En las Torres Gemelas y en el Pentágono, aclaró, se reveló en unos instantes «la gravedad y crueldad del terrorismo como un fenómeno mundial y, al mismo tiempo, «la fragilidad» e impotencia de los poderes humanos cuando se basan y ponen su fundamento sólo sobre sí mismos, sobre la autosuficiencia del hombre».

La autosuficiencia, afirmó, «ha sido tal vez el primer pecado de los hombres del siglo XX y trae consigo el secularismo, que seca las raíces de la esperanza».

Blasfemia terrorista
Para el cardenal arzobispo de Madrid «el terrorismo, lacra y pecado que alcanza dimensiones globales, delata una radical inhumanidad; es la perversa y odiosa expresión del desprecio al hombre mismo, la más brutal negación de la dignidad de la persona humana y del mandamiento inscrito en el corazón del hombre, voz que se puede llegar a velar o distorsionar aunque nunca acallar».

«Los actos terroristas manifiestan la más grave de las tentaciones –añadió–: «manipular a Dios» y «malinterpretar» su Verdad y su Ley, olvidando la admirable y siempre permanente afirmación de san Agustín» «Y tu Ley es la Verdad y la Verdad eres Tú»».

El purpurado denunció que en los últimos meses la prensa diaria ha dado amplio espacio a opiniones, según las cuales, la religiosidad estaría en el origen mismo del terrorismo. Se olvida, aclaró, «que la religiosidad no es una merma del ser del hombre sino que le conduce a lo más alto de la condición humana: el umbral del Misterio».

«España –recordó el cardenal de Madrid– sabe por propia experiencia del terrorismo y de la necesidad de acompañar la acción policial, judicial y legal del Estado con la renovación de la conciencia moral de los individuos y de la sociedad para que no se pervierta la verdad y la libertad y se pueda realizar el bien».

Religión en las escuelas
El presidente de la Conferencia Episcopal denunció asimismo la reciente campaña de medios contra la manera en que tiene lugar la enseñanza de la Religión en las escuelas públicas españolas, y explicó «que la verdadera laicidad del Estado exige de éste el respeto escrupuloso del derecho a la libertad religiosa de las personas y de los padres de familia en todos los ámbitos de la vida y, de una manera especialmente delicada, en el ámbito de la enseñanza».

Iglesia y dinero
El arzobispo afrontó la cuestión del sostenimiento económico de la Iglesia revelando que «la Iglesia en España se sostiene y vive en un tanto por ciento muy elevado, superior al 90%, por las limosnas y aportaciones directas de los fieles y por lo que se recauda por la vía de la deducción tributaria, acordada con el Estado, que la complementa; no de su modesto patrimonio rentable».

«La mayor parte, con mucho, de esos bienes rentables tienen naturaleza fundacional y están al servicio mayor y prioritario de los pobres y, en considerable menor proporción, al servicio del culto, de la educación y de la cultura», concluyó.

Visita de los Reyes
Este martes los Reyes de España visitarán la sede de la Conferencia Episcopal, un acontecimiento, que como opinó el cardenal Rouco, demuestra que la colaboración Iglesia-Estado redunda en beneficio del bien común de la sociedad española.

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ZENIT Staff

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