El cardenal Sodano alienta a los ecuatorianos en su Gran Misión Nacional

Los laicos están llamados a ser sal y luz, afirma

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QUITO, 10 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El papel de los laicos, en la vida de la Iglesia, «ha ido creciendo a partir de una pequeña semilla, del tamaño de un grano de mostaza, para alcanzar la corpulencia de un frondoso árbol», afirmó el secretario de Estado vaticano, el cardenal Angelo Sodano.

En el marco de su visita oficial a Ecuador, durante un encuentro con la prensa en la Curia Metropolitana el lunes, el purpurado subrayó que el movimiento de los laicos, en los últimos tiempos, «ha tomado tal envergadura que el Consejo Pontificio para los Laicos es un organismo de gran actividad y vitalidad. Los laicos están llamados a ser la luz del mundo y la sal de la tierra».

Al mencionar que uno de los principales motivos de su viaje a Ecuador es dar ánimo a los católicos en la labor evangelizadora de los hermanos, expresó su alegría por la Gran Misión Nacional que los obispos ecuatorianos han lanzado «como un modo de llevar el Evangelio a todos los rincones del país», según recoge AndinaNoticias.

«Hago votos a la Providencia por el éxito de esta empresa –añadió–. Ojalá sirva de estímulo y ejemplo para las otras Iglesias particulares».

Durante la mañana del lunes, el purpurado fue declarado huésped ilustre de la ciudad por parte del Alcalde de Quito, el general Paco Moncayo, en cuyas palabras resaltó el papel primordial de la Iglesia, en toda la base religiosa y social de la capital a los 468 años de su fundación.

El cardenal Sodano, por su parte, se refirió a la cálida acogida recibida por el pueblo ecuatoriano y, en especial a la masiva concurrencia a la eucaristía celebrada el domingo en la plaza de San Francisco.

El prelado insistió en que el mayor patrimonio de Quito y de todo Ecuador es la fe: «Quito ha sido un centro de arte y cultura, entre otros, gracias a la contribución de la Iglesia».

Posteriormente se dirigió hacia la casa de Gobierno, el Palacio de Carondelet, donde mantuvo una audiencia privada con el presidente Gustavo Noboa Bejarano.

Durante la multitudinaria eucaristía que presidió el domingo en la plaza de San Francisco, ante la Virgen de El Quinche, el cardenal Sodano estuvo acompañado de la totalidad del episcopado ecuatoriano, además de cientos de religiosos y religiosas.

«¡Una democracia sin valores, es débil, muy débil! Para que sea justa debe estar cimentada sobre la roca firme!», afirmó el purpurado en su homilía. Ecuador se encuentra en un momento de cambios, puesto que estrenará presidente el 15 de enero próximo, después de una segunda vuelta electoral.

«Hoy, fiesta de la Inmaculada Concepción, –dijo– el gran pedido que debemos hacerle a María es caminar hacia la santidad y ser inmaculados como Ella. Desear reunirnos con la Virgen en la gloria del Cielo».

«Como ecuatorianos deben agradecer a la Providencia tener un tesoro espiritual y religioso que se ha conservado durante cinco siglos, subrayó el purpurado.

No faltaron a la eucaristía el presidente de la República, Gustavo Noboa Bejarano y su esposa y miembros de su gobierno, el alcalde de Quito, Paco Moncayo, autoridades militares y el Presidente electo Lucio Gutiérrez Borbúa y su esposa.

También estuvieron presentes delegaciones de seglares de todo el país, comprometidos con la Misión Nacional lanzada por los obispos del Ecuador siguiendo la llamada del Papa de difundir el Evangelio por todos los rincones

«Les traigo un afectuoso y paternal saludo del Papa Juan Pablo II, quien con mucho cariño recuerda el viaje que realizó a este maravilloso país en 1985», declaró el cardenal Sodano.

Asimismo, transmitió al pueblo ecuatoriano «una palabra de consuelo del Santo Padre por las numerosas víctimas del desastre ocurrido el 20 de noviembre pasado en la ciudad de Riobamba».

A 160 kilómetros de Quito, la ciudad sufrió los efectos de la explosión de un polvorín en una base militar. Siete personas murieron, 300 resultaron heridas y miles de viviendas resultaron dañadas o destruidas.

Al concluir la celebración, elevó una plegaria a la Virgen pidiéndole protección para el pueblo ecuatoriano y agradeciéndole por los dones con que el Ecuador ha sido beneficiado.

A primera hora de la mañana del domingo, el purpurado mantuvo una reunión con el pleno de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

Se prevé su regreso a Roma este martes desde la ciudad de Guayaquil.

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ZENIT Staff

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