El cardenal Tettamanzi expone su programa como arzobispo de Milán

Pide la colaboración de los laicos para afrontar la secularización

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

MILÁN, 30 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Este domingo hizo su entrada solemne en la cátedra de san Ambrosio el cardenal Dionigi Tettamanzi, de 68 años, nuevo arzobispo de Milán, la diócesis más grande de Europa.

De su predecesor, el cardenal Carlo Maria Martini, quien también le había ordenado obispo, recibió el báculo que perteneció a san Carlos Borromeo.

En la ceremonia, el cardenal pronunció un largo discurso en el que ilustró las líneas maestras de su pontificado como arzobispo de esta arquidiócesis que cuenta con un rito propio: Milán tiene que renovar la vitalidad de la fe perdida, dijo, amenazada por la «secularización».

Explicó que quiere estar cercano a las diversas realidades de esta inmensa diócesis «compartiendo los temores y esperanzas» de todos. Un gesto que subrayó al final de la celebración saliendo a saludar y dar la mano a quienes habían seguido la ceremonia desde fuera.

Indicó que una de las finalidades de la misión es hacer personas más libres. Y puntualizó: «Como obispo de esta Iglesia de Dios que está en Milán, con firmeza y convicción, pretendo reivindicar esta misma libertad frente a todos».

Citando a san Ambrosio, dijo que «no está bien en un emperador sofocar la libertad de palabra, ni en un obispo callar el propio pensamiento».

Llamando a todos los fieles a colaborar en la misión de la Iglesia, afirmó que ésta «no es un «asunto privado», ni «una tarea solitaria». Invitó a respetar «la variedad y complementariedad» de las vocaciones y las condiciones de vida.

Hizo un especial llamamiento a los laicos para que se sientan «copartícipes en la única misión de la Iglesia».

A los sacerdotes pidió que no se dejen «vencer por los inevitables cansancios y dificultades» de una arquidiócesis en el que el número de matrimonios civiles alcanza casi al de los matrimonios en el seno de la Iglesia.

Dijo con profunda convicción, citando palabras de san Pablo, que la «condición indispensable y la fuerza propulsora de la auténtica comunión eclesial es la humildad».

Animó a «afrontar las nuevas fronteras del diálogo interreligioso, dando un puesto preeminente al pueblo judío y una apropiada atención a los fieles del Islam, sin olvidar a los miembros de las grandes religiones orientales».

La arquidiócesis de Milán es la más grande de Europa en número de católicos, 4 millones 800 mil. Tiene unos 2.200 sacerdotes diocesanos, unos mil religiosos, y 8 mil religiosas. Es la más grande del mundo en número de parroquias, 1.100.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación