El centro de la vida es sentir cómo palpita el Corazón de Cristo; asegura el Papa

Intervención con motivo del Ángelus

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 junio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invita as experimentar cómo palpita de amor el corazón de Cristo, pues esta experiencia constituye el centro de la vida y la fuerza en medio de las dificultades.

Es el consejo que dejó a todos los creyentes este domingo, primer día del mes de junio, tradicionalmente dedicado al Corazón de Jesús, en su alocución dirigida a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El Corazón de Cristo, aclaró, es el «símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la ‘buena noticia’ del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención».

La devoción al Sagrado Corazón recibió un impulso decisivo con las apariciones de Cristo a la religiosa francesa de la Visitación santa Margarita María Alacoque (1647-1690).

 Explicando el sentido de esta devoción, el obispo de Roma explicó que «desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno».

Este mensaje, reconoció, constituye el centro de las enseñanzas que está transmitiendo con su pontificado.

Su primera encíclica «Deus caritas est», tiene como punto de partida «la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo». «Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados», tema de su segunda encíclica, «Spe salvi«.

Hablando desde la ventana de su estudio, el pontífice reconoció que «toda persona necesita un ‘centro’ para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana».

«Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo».

Por este motivo, en el mes de junio, invitó a renovar el amor al Corazón de Cristo, teniendo presentes las intenciones de oración que el mismo Benedicto XVI ha propuesto a toda la Iglesia.

Para junio el Papa ha pedido rezar por dos motivos particulares: para que los cristianos cultiven una amistad con Cristo y comuniquen la fuerza de su amor, y por el Congreso Eucarístico Internacional de Quebec, en Canadá, que se celebrará del 15 al 22 de junio.

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ZENIT Staff

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