El Centro Médico de Caritas en Somalia, esperanza para un pueblo desolado

Gracias a la donación de la colecta de Jueves Santo que hizo el Papa

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BAIDOA, lunes, 17 marzo 2008 (ZENIT.org).- El Centro Médico de Caritas en Somalia presta asistencia sanitaria gratuita gracias a que el Papa Benedicto XVI donó a estas instalaciones la colecta de la Misa de Jueves Santo del año pasado.

«Son las cuatro de la mañana en Baidoa, una ciudad necesitada de la parte meridional de Somalia. El Ejército etíope apostado en la ciudad ha impuesto el toque de queda, desde la puesta de sol al alba. Los militares ofrecen seguridad a las autoridades somalíes de las Instituciones Federales de Transición», informa David Omwoyo en la página web de Caritas internacional.

Pero en un recinto cercano a la mezquita de Ridhwan, a las afueras de la ciudad, una gran multitud se ha reunido en la cancela. No obstante el toque de queda, sus necesidades no pueden esperar al amanecer. Bienvenidos al Dispensario de Salud de Caritas Somalia.

El centro presta asistencia sanitaria gratuita, sin la cual la vida de muchas personas de la región sería mucho peor. El Papa Benedicto XVI donó a estas instalaciones la colecta de la Misa de Jueves Santo del año pasado.

Este Dispensario Médico es administrado por Caritas Somalia, que es miembro de la Confederación Caritas Internationalis y trabaja bajo la autoridad de monseñor Giorgio Bertin, obispo de Yibuti y administrador apostólico de la diócesis de Mogadiscio.

Un año después de la donación apostólica, este ambulatorio ha incrementado sus servicios, llegando a prestar asistencia a unos 170 pacientes al día. El centro presta sus servicios a un promedio mensual de más de 4.000 personas

Muchas de ellas han viajado largas distancias para poder recibir curas, mientras muchos otros viven en campamentos improvisados para los desplazados, tras el conflicto de Mogadiscio. Es normal para estas personas desplazarse 75 kilómetros para recibir asistencia gratuita.

Con un número tan alto de pacientes, las instalaciones han tenido que idear un mecanismo para prestar sus servicios de manera absolutamente imparcial. Pensaron que lo mejor era atender por orden de llegada. Todo aquel que entre por la puerta será atendido, con amor y cuidados, sin tener en cuenta su clan de pertenencia, ni su estatus social.

«No nos sorprende que la gente esté en cola en el dispensario, desde por la mañana temprano, y que duerma fuera de la cancela, en los refugios construidos con este fin, para estar seguros de recibir su tratamiento ese día –explica David Omwoyo– . Desgraciadamente, a veces, hay demasiadas personas y a algunos no les queda más remedio que volver al día siguiente».

«Nuestra fuerza reside en el personal capacitado, amable y disponible, el tratamiento gratuito y la variedad de los servicios, entre los que podemos citar la asistencia a pacientes externos adultos y la atención a madres y bebés», explica Abdullahi Mumin Roble, coordinador médico del centro.

Dice que la mayor parte de las afecciones de la zona son infecciones de las vías respiratorias altas, como tonsilitis, bronquitis, rinitis y resfriado común, que muchas veces se convierte en neumonía, potencialmente mortal, causada por el retraso en el tratamiento. «También se registran casos de enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea y la sífilis», dice Abdullahi, y añade que pocos centros médicos del país han comenzado a tratar el vih y el sida, porque otras enfermedades comunes representan todavía un reto.

Según Davide Bernocchi, director de Caritas Somalia, el trabajo realizado por el centro de salud demuestra que es posible trabajar entre los somalíes, mejorar su bienestar y responder a sus necesidades básicas, con recursos limitados. Sin embargo la seguridad sigue siendo el mayor reto, incluso para los agentes humanitarios. «Estamos contentos porque el Papa se acordó del pueblo somalí, es un gesto de amor y solidaridad, para con una de las más pequeñas y frágiles Iglesias del mundo, al servicio de uno de los pueblos más pobres de la Tierra», añade Bernocchi.

Recientemente, la propagación de la kala azar ha obligado a Caritas a busca más ayuda. La kala azar es una enfermedad que debilita y consume a los contagiados y provoca la muerte si no se recibe tratamiento.

Cuando hizo su contribución a Somalia el año pasado, el Papa exhortó a la comunidad internacional a que se pusiera fin al derramamiento de sangre en este país.

El obispo Giorgio Bertin afirma que sin la ayuda internacional el gobierno de Somalia fracasará. «La tarea más difícil para Somalia es reconstruir su fragmentada sociedad, que ha sido casi completamente destruida, desde que fracasó la estructura del Estado en 1991», indica monseñor Bertin.

Baidoa es una de las ciudades más afectadas por casi 20 años de enfrentamientos entre clanes rivales y facciones armadas. Recientemente, ha sufrido los efectos terribles de la sequía y han surgido brotes de cólera. En los primeros años 90 era denominada «la ciudad muerta», cuando aparecieron en las televisiones de todo el mundo imágenes de esta ciudad, con personas muriendo de hambre. Dichas imágenes convencieron a la comunidad internacional a poner en marcha una gran operación de rescate para Somalia.

Somalia es una de las naciones más pobres del mundo, en la que el 25% de los niños no llegan a su quinto cumpleaños. El país ha estado sin una eficaz administración central desde la caída del régimen de Siad Barre, en 1991.

El actual gobierno fue constituido en 2004, tras dos años de negociaciones de paz en Kenia, con la mediación de diferentes clanes y señores de la guerra. Hoy las instituciones legítimas luchan por imponer su control en Mogadiscio y su influencia no llega más allá de zonas limitadas, del centro y sur de Somalia.

La esperanza de Caritas Somalia es que su trabajo en Baidoa no esté solo facilitando buena asistencia sanitaria, sino también la promoción de la dignidad humana, en una región en la que a la gente le han sido negados los derechos más básicos y que en los últimos 17 años ha conocido sobre todo violencia.

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ZENIT Staff

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