El cine, «testamento espiritual» para las generaciones; según monseñor Foley

Insiste en la responsabilidad de los profesionales del séptimo arte

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CIUDAD DEL VATICANO, 2 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales ilustra la responsabilidad de los profesionales del cine, aclarando que en el séptimo arte se recoge «nuestra herencia para las generaciones futuras».

El arzobispo John P. Foley ilustró su reflexión al intervenir en el Congreso «Los diez mandamientos en la cultura cinematográfica del tercer milenio», que organizan entre el lunes y el martes el Consejo Pontificio para la Cultura, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, la Filmoteca Vaticana, en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.

El Congreso tiene lugar paralelamente a la celebración en Roma del Festival «Tertio Millennio», que analiza los valores espirituales de la producción cinematográfica.

El arzobispo estadounidense, que presidió las sesiones de trabajo de toda la primera jornada del Congreso, subrayó en su intervención el «sentido de responsabilidad para todos aquellos que actúan en el sector cinematográfico, pues las películas son nuestra herencia para las generaciones futuras; son nuestro testamento espiritual».

Al centrar su reflexión en el decálogo, monseñor Foley aseguró que el Congreso «nos invita a todos a vérnoslas con los diez mandamientos, con la incontrovertible sabiduría que les caracteriza y les hace actuales e indispensables para una convivencia entre los hombres, basada en el respeto y el carácter sagrado de la vida».

Para el arzobispo, «cuando se habla de valores universales, es imposible no hacer referencia a los diez mandamientos», al igual que «cuando se habla de cine, es imposible olvidar que es uno de los poderosos medios de la comunicación social, una voz privilegiada que alcanza a todo hombre y que tiene el poder de condicionar sus opciones y su manera de pensar».

Por este motivo, afirmó Foley, «la utilización de todos los medios y del cine, en particular, requiere una gran responsabilidad, pues al comunicar contenidos distorsionados, equivocados o falsos se corre el riesgo de desorientar al espectador».

«La verdad, la dignidad de la persona humana, el bien común deberían ser la base sobre la cual se debería comenzar para hacer un cine que sea instrumento vivo en la comunicación social contemporánea», dijo.

Monseñor Enrique Planas, director de la Filmoteca Vaticana, subrayó por su parte la «fuerza comunicativa» del cine, explicando que «el cine puede contribuir a hacer que vuelvan a emerger esos valores de todos, pero que deben ser cada día nuevamente enseñados, cultivados. Las imágenes pueden realizar este milagro y el cine, puro espectáculo, se convierte en emoción y formación».

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ZENIT Staff

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