El códice que corrobora la autenticidad del Evangelio

El Papiro Bodmer, presente digno de un Papa

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JERUSALÉN, domingo, 22 abril 2007 (ZENIT.org).- Como se puede imaginar, Benedicto XVI recibe regalos con frecuencia y no sólo en su cumpleaños o el aniversario de su elección papal. Aunque el Santo Padre indudablemente aprecia estos gestos, pocos han sido universal y personalmente tan significativos como el Papiro Bodmer 14-15 (P75).

El Papiro Bodmer, datado en el año 175, es la copia más antigua que existe de fragmentos de los Evangelios de Juan y Lucas. Descubierto en Egipto a principios de la década de los cincuenta del siglo pasado, el papiro ha tenido una influencia decisiva en el curso de los estudios bíblicos.

Cuando los estudiosos vieron tan notable concordancia entre los textos, tuvieron que reconocer que el «Codex Vaticanus», del siglo IV, la más antigua versión completa de los Evangelios, era verdaderamente auténtica.

El papiro llegó a las manos de Frank Hanna III, un hombre de negocios de Atlanta, Georgia, Estados Unidos. A través de lo que Hanna denominó complicada pero notable serie de acontecimientos, pudo comprar el papiro antes de que fuera subastado, y regalarlo en enero al Santo Padre como presente para la Iglesia.

El papiro Bodmer es la evidencia tangible de que el Evangelio que circuló entre las primeras comunidades cristianas había sido compuesto mucho antes del siglo IV y redactado en la forma que conocemos.

En resumen, dijo Hanna: «este papiro nos ayuda a autentificar nuestra Biblia cristiana. De la misma manera que tenemos la Iglesia edificada sobre los huesos de Pedro, tenemos justo al lado, en la Biblioteca Vaticana, un texto de los orígenes de la Palabra de Dios que autentifica lo que siempre habíamos tenido por verdadero».

Además, es uno de los más antiguos códices conocidos, o volúmenes encuadernados, y se cree que fue usado para la liturgia, dando a los católicos otra conexión concreta con la primera Iglesia.

Zenit habló con Hanna en Jerusalén, donde relató su propio descubrimiento del papiro Bodmer y su consiguiente significado para su fe.

«Toda esta aventura ha sido una maravillosa bendición para mí y para mi familia, y como muchas bendiciones de Dios, apareció no se sabe de dónde», dijo Hanna.

Confiesa: «Antes de de recibir una llamada telefónica en mayo del año pasado, apenas sabía lo que era un papiro, y ciertamente nunca había oído hablar del Papiro Bodmer.

«De manera que uno de los beneficios de esta experiencia es todo lo que he aprendido sobre la Escritura».

Hanna dijo que «recibió una llamada del arzobispo Pietro Sambi, el nuncio papal en Estados Unidos, quien subrayó el interés de la Iglesia por este papiro. También insistió en el interés personal que tenía en él Benedicto XVI, que es un increíble estudioso y sabía de la existencia del papiro».

El cardenal Jean-Louis Tauran, archivista y bibliotecario de la Santa Romana Iglesia, presentó una página del papiro al Santo Padre el pasado enero, después de que Hanna lo regalara al Santo Padre.

Curiosamente, es una página de en medio que marca el final del Evangelio de Lucas y el prólogo del Evangelio de Juan, mostrando el orden de los textos como ya se usaba en las primeras comunidades cristianas.

«Benedicto XVI es especialmente aficionado al Evangelio de Lucas y de Juan, así como a la explicación de la Palabra de Dios. De manera que esta página tiene un significado especial », aclara Hanna.

Añade: «Fue maravilloso ver la alegría evidente en el rostro de Benedicto XVI cuando lo recibió. El texto está tan bien conservado que si se sabe leer el griego bíblico, se puede leer como si se leyera un periódico».

«De manera que el Papa pidió sus gafas y empezó a leer con una sonrisa en sus labios. Se podía ver que era realmente capaz de disfrutar del texto».

Entre las bendiciones personales que Hanna ha experimentado en su esfuerzo por conseguir este papiro para la Iglesia, revela una experiencia vivida por su hija de 16 años, Elizabeth.

«Cuando mi hija tenía diez años, memorizamos el prólogo del Evangelio de Juan y lo recitábamos juntos camino de la escuela. Ella tenía también una fuerte devoción inusual a la Natividad», recuerda.

«Después de que pusiéramos nuestra confianza en María, supimos que al Evangelio de Lucas se le llama también el Evangelio de María o el Evangelio de la Natividad».

Todo esto, dijo Hanna, son gracias que nunca se nos hubiera ocurrido pedir.

«Roma y Jerusalén son los dos centros de la Iglesia. El hecho es que aunque muchos cristianos queremos centrarnos en nuestra naturaleza espiritual, sin embargo, nos ayuda ver toda esta evidencia física».

«Aquí, en el lugar donde vivió Jesús, vemos que cuando hablamos de Jesús no estamos hablando de una figura legendaria como Paul Bunyan o Zeus lanzando sus rayos».

«Cristo fue un hombre real que nació en una pequeña ciudad llamada Belén, que creció en Nazaret y vivió en Cafarnaún y caminó por estas calles».

«Poder tener estas manifestaciones tangibles no debería verse como una muleta. Son un realce de nuestra fe», opina.

«Apoyarse en estas cosas es como aferrarse al afecto físico de una persona amada –concluye–. Forma parte de lo que nos hace seres humanos».

Más información: «Benedicto XVI recibe un manuscrito que demuestra la historicidad de los Evangelios»

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ZENIT Staff

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