El corazón del Papa, junto a las numerosas víctimas de la avalancha en Filipinas

Pide oración para sus familiares y cuantos colaboran en el rescate

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 febrero 2006 (ZENIT.org).- El Papa expresó nuevamente este domingo su cercanía y oración hacia cuantos sufren por la avalancha de tierra que en Filipinas ha sepultado a numerosas personas, entre quienes aún podría haber supervivientes.

Tras rezar la oración mariana del Ángelus ante decenas de miles de fieles en la Plaza de San Pedro, en su saludo a los peregrinos de habla inglesa el Papa dirigió su pensamiento y su palabra hacia el país asiático.

«De una forma especial nuestros corazones se vuelven hacia todos aquellos que sufren las devastadoras consecuencias de la avalancha de tierra en Filipinas», expresó.

«Os ruego que os unáis a mí en la oración por las víctimas, sus seres queridos y todos los afectados», pidió ante los peregrinos.

«Que las afligidas familias experimenten el consuelo de la presencia del Señor y quienes llevan a cabo las operaciones de rescate estén seguros de nuestra preocupación y apoyo», deseó Benedicto XVI.

Ya el viernes, nada más conocer la tragedia, el Santo Padre hizo llegar su mensaje de dolor y solidaridad (Cf. Zenit, 17 febrero 2006) a esta población filipina.

La confederación católica «Caritas Internationalis» (www.caritas.org) puso en marcha inmediatamente su respuesta de ayuda.

Todo el pueblo de Guinsaugon –cerca de la ciudad de Saint Bernard, en la isla filipina septentrional de Leyte– quedó sepultado en la mañana del viernes, y otras poblaciones sufrieron graves daños, por una avalancha de tierra.

El gigantesco desprendimiento –derrumbe parcial de una montaña contigua– cubrió de fango la isla y sepultó cientos de edificios. Los testigos describieron el sonido de la tragedia como el de una montaña que cae.

El terreno estaba muy reblandecido por dos semanas de lluvias y los árboles cayeron junto al fango. Hace dos años ocurrió algo parecido, y se registraron 200 muertos.

Y en noviembre de 1991 un desprendimiento similar golpeó la misma zona del país, tras una tempestad tropical, y mató a más de seis mil personas, recuerda «AsiaNews».

El sábado, la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras daba cuenta de la continuación de las labores de rescate en Leyte, donde se vive una carrera contra el reloj para despejar el barro que ha cubierto una escuela elemental en cuyo interior, «sepultados vivos», hay más de 200 niños y 40 maestros: la prueba es que el director del centro ha conseguido enviar un mensaje con su teléfono móvil.

Hay zonas donde el fango alcanza una profundidad de 30 metros. Y sigue lloviendo. En el origen del reciente suceso se sumó una sacudida –de grado 2,6 en la escala Richter— que de algún modo contribuyó a producir el enorme desprendimiento.

De la masa de barro y piedras –una capa de diez metros cubre la localidad– se han recuperado más de 70 cuerpos de fallecidos y más de medio centenar de personas han sido rescatadas con vida, pero ambas cifras varían conforme llegan ecos del lugar de la tragedia. Ya se habla de 3 mil desaparecidos.

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ZENIT Staff

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