El cristianismo da respuesta a la búsqueda de felicidad del hombre

Afirma Giorgio Vittadini, presidente de la «Compañía de las Obras»

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RÍMINI, 1 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Los 700.000 participantes en el Meeting por la amistad entre los pueblos han podido constatar la semana pasada en Rímini (Italia) que para ser feliz hay que vivir conscientemente con el deseo de felicidad.

Organizado por el movimiento Comunión y Liberación del 24 al 30 de agosto, el encuentro tuvo como tema en la edición 2003 una expresión tomada del Salmo 33: «¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?».

Comunión y Liberación (CL) –fundado por el sacerdote don Luigi Giussani, de 80 años– sintetiza el convencimiento de que el acontecimiento cristiano, vivido en la comunión, es el fundamento de la auténtica liberación del hombre. La finalidad de este movimiento eclesial es la educación cristiana de sus propios seguidores y la colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea.

El próximo año, el «Meeting» del 22 al 28 de agosto celebrará los 50 años de vida de Comunión y Liberación, actualmente presente en unos setenta países de los cinco continentes.

En esta entrevista concedida a Zenit, Giorgio Vittadini, presidente de la Compañía de las Obras en Italia –asociación nacida a principios de los años 80 en Italia por iniciativa de jóvenes y adultos formados en la experiencia de CL– hace balance de una cita que ha logrado reunir a políticos, empresarios, científicos, médicos, artistas, escritores o misioneros en una reflexión común.

–¿Por qué el hombre debe ser feliz?

–Giorgio Vittadini: El verdadero problema de la existencia es que el hombre desea la felicidad y busca respuestas. El interrogante de felicidad está siempre presente en el corazón del hombre. Es necesario que la persona se dirija a un ideal. Por ejemplo, una respuesta auténtica en la historia europea ha sido la experiencia cristiana, que en cambio ahora se niega.

–¿A qué se refiere?

–Giorgio Vittadini: La Constitución Europea que estamos a punto de firmar tiene el valor del papel mojado, o sea, ninguno. Es un tratado mediocre en el que la ausencia de referencias a las raíces cristianas es sólo una muestra: no habla de familia, libertad de asociación, subsidiariedad, y eso que es diez veces más extensa que la Constitución Americana.

–¿Hay que ser creyente para ser feliz?

–Giorgio Vittadini: ¡No! Para ser feliz hay que vivir conscientemente con el deseo de felicidad. ¿Qué significa ser feliz? Es querer un sentido, un significado. La felicidad no se cuantifica; como forma parte del misterio es una experiencia, forma parte de una aproximación a la realidad.

Ciertamente, sin la fe algunas cosas de la vida –como el pecado, el dolor y la muerte— se quedan sin una respuesta última, pero no estoy expresando la presunción del creyente; es sencillamente un don que el Señor nos da.

–¿Qué ha querido transmitir el «Meeting» al mundo?

–Giorgio Vittadini: El «Meeting» quiere decir al mundo que se puede vivir la experiencia de tratar de todo –desde la oración a la política— dentro de la experiencia de la unidad de la persona y unidad de la vida.

Mientras todos dividen lo privado de lo público –el arte de la economía, la fe de la ciencia…–, el «Meeting» dice que el misterio está presente y se deja encontrar como hace dos mil años, y que se puede vivir juntos.

–¿Cómo ha cambiado Comunión y Liberación en estos años?

–Giorgio Vittadini: Comunión y Liberación no ha cambiado; ha ido al fondo de su carisma y dice a todos que el diálogo eclesial es ir al fondo de la experiencia, no entablar nuevas pláticas.

–¿Querría compartir su opinión sobre algunos temas actuales? Globalización, ¿sí o no?

–Giorgio Vittadini: Aunque valoro el deseo de verdad que reside en el movimiento anti-globalización, pienso que no es la respuesta verdadera porque últimamente es más una respuesta ideológica: plantea una visión de la sociedad que no existe.

«El verdadero nombre de la paz es el desarrollo». Esta idea de Pablo VI representa mucho más que todo el planteamiento anti-globalización, también ante el Tercer Mundo.

–¿Y la biotecnología vegetal?

–Giorgio Vittadini: La respuesta la dio don Giussani hace un par de años: lo que no va contra el hombre, está bien.

–¿Desarrollo y países pobres?

–Giorgio Vittadini: El desarrollo tendrá lugar en la medida en que exista una colaboración con el primer mundo. El desarrollo quiere decir sustancialmente algo que no es la multinacional ni el socialismo de Estado, alguno muy parecido a lo que es Italia, con particular atención a la educación, al capital humano y a la investigación.

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ZENIT Staff

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