Lo explicó este sábado en el Vaticano al recibir en audiencia al equipo nacional de Austria de esquí alpino.
«Cuando es vivido con el espíritu adecuado y respetando la dignidad, el deporte ayuda a promover el desarrollo de la persona», aclaró el Papa, quien invitó a sus huéspedes a ser «mensajeros en el mundo de este deporte invernal tan querido por el pueblo austriaco».
«El deporte ayuda al hombre a percibir sus propias capacidades como un talento y su vida como un don de Dios –añadió el Papa hablando en su idioma natal–. También cuando se practica el deporte a altos niveles hay que preservar la armonía interior entre cuerpo y espíritu para no reducir el deporte sólo a la mera búsqueda de resultados».