El desafío cristiano de hoy: Anunciar a Cristo en un mundo pluralista

Debate entre el cardenal Kasper y la teóloga luterana Käßmann

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MILAN, 15 abril 2002 (ZENIT.org).- Nunca como ahora los cristianos tienen un desafío común: aceptar el pluralismo como valor, sin por ello renunciar a proclamar el Evangelio como única verdad.

Esta fue la conclusión a la que llegó el debate entre el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y la teóloga y obispo luterana Margot Käßmann, organizado en Milán el pasado 8 de abril.

El pluralismo, según explicó Kasper en su intervención, reportada por el diario Avvenire, «es un desafío fundamental para el cristianismo hoy».

Tiene lugar en el momento en el que hay quien evoca el peligro de un «choque de civilizaciones», que, según el purpurado, hay que afrontar recorriendo hasta el final la vía del diálogo. Sobre todo entre religiones, subrayó.

Pero, ¿no se corre el riesgo de poner todas las verdades al mismo nivel? «Tenemos que ponernos en la postura indicada por la declaración conciliar «NostraAetate» –respondió a la pregunta el pupurado alemán –, que no rechaza nada de lo que de verdadero y santo se encuentra en las otras religiones».

«Pero al mismo tiempo –aclaró–, señala que la salvación actuada una vez por todas por Cristo se manifiesta en estas semillas de verdad».

Por tanto, explicó el hombre del Papa para el ecumenismo, el cristiano tiene la misión de anunciar esta salvación, «poniendo en el centro un Dios que se ha presentado como amor absoluto».

«Esta verdad no aplasta al otro –aclaró–, sabe hacerle espacio en la medida en que muestra aspectos de un Misterio que ningún concepto humano puede agotar».

Margot Käßmann concordó con el cardenal a la hora de definir el pluralismo como un gran peligro para el cristianismo y no sólo para el cristianismo.

«Si pierde su alma –subrayó la teóloga–, Europa corre el riesgo de renegar de aquellos valores que los cristianos, quizá incluso al precio de dificultades entre ellos, han logrado afirmar. Estamos de acuerdo en decir que la Carta Europea ha descuidado injustamente este aspecto».

«No se hace un buen servicio a las otras religiones –añade Käßmann– si nos dejamos fascinar por las posiciones de los otros: he visto cristianos que sabían todo sobre las suras del Corán, pero desde hacía años no abrían la Biblia. Así no se camina juntos».

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ZENIT Staff

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