El desarrollo de la vida humana, terreno de encuentro entre ciencia y fe

Conclusiones del Congreso Internacional «Ontogénesis y vida humana»

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ROMA, martes, 27 noviembre 2007 (ZENIT.org).- El desarrollo de la vida humana se ha convertido en terreno de encuentro entre ciencia y fe, como demostró el Congreso Internacional «Ontogénesis y vida humana», celebrado en Roma del 15 al 17 de noviembre, en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum».

En el encuentro, presentado por el padre Pedro Barrajón, LC, rector del Ateneo, tomaron la palabra el arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, y el obispo Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida.

El congreso fue organizado por el proyecto STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest), iniciativa interdisciplinar de estudio sobre la relación entre ciencia y fe, coordinado por el Consejo Pontificio para la Cultura, y apoyado por la Fundación John Templeton, en colaboración con varias universidades pontificias de Roma.

La ontogénesis (expresión creada en 1866 por el biólogo alemán Ernst Haeckel), es decir el conjunto de procesos por los que se realiza el desarrollo biológico del embrión, tiene relevancia tanto desde el punto de vista biológico (por la evolución progresiva del embrión, que se cierra con el desarrollo completo de un individuo y con su nacimiento), y genético (por la progresiva «organización» y conformación del embrión según las informaciones contenidas en el propio patrimonio genético), como desde el punto de vista filosófico, religioso y ético.

En el encuentro, se debatió sobre las cuestiones fundamentales sobre la «identidad» del embrión, en las diversas fases de desarrollo; las consecuencias éticas de tales diferentes concepciones; y las consiguientes opciones médicas (en cuanto al aborto), de investigación (opción moral entre investigaciones sobre células estaminales embrionales, o células estaminales adultas), de ayuda a la vida (terapias en el feto, eutanasia prenatal, o neonatal).

En su ponencia inicial, monseñor Gianfranco Ravasi explicó que el hombre «no puede ser considerado sólo como un mero dato biológico o como una figura angélica», sino que se define por una unión «entre finitud y trascendencia».

Hoy, subraya el prelado, es necesario «más que nunca buscar esa visión integral y orgánica del saber, auspiciada por Juan Pablo II en la encíclica “Fides et Ratio”».

Monseñor Ravasi citó también el Salmo 139, que muestra que la Sagrada Escritura ya explicaba la realidad de la ontogénesis en términos no sólo religiosos y filosóficos, sino casi científicos: «Eres tú el que has creado mis riñones, me has tejido en el seno de mi madre… Mi esqueleto no estaba escondido para tí cuando fui tejido en lo secreto, bordado en las profundidades de la tierra. Incluso mi embrión lo vieron tus ojos».

«El pasaje –explicó monseñor Ravasi– es potente en su fuerza evocadora y alusiva. Dios delinea los días del hombre antes aún que estos existan. Al Creador no sólo no le está celado o es extraño aquél pequeño germen de vida que es el feto, sino que es también capaz de iluminar como Señor el futuro que todavía no existe».

La Biblia muestra por tanto que «la finalidad del embrión es neta: es una unidad inseparable, se trata de un proceso unitario y coherente, compacto y coherente con la meta a alcanzar, la de la persona humana».

«La verdadera alternativa –explicó– no está entre evolución y creación sino entre visión de un mundo en evolución, dependiente de Dios creador según un diseño suyo, y visión de un mundo autosuficiente, capaz de crearse y transformarse por sí mismo por eventos puramente inmanentes».

Al tomar la palabra monseñor Elio Sgreccia explicó que el tema de la ontogénesis se ha hecho hoy complicado «por las biotecnologías», caracterizadas por la «capacidad de provocar profundas transformaciones», y que «llegan hasta el punto de entrar en la génesis productiva y reproductiva del ser viviente».

«La exigencia de conexión entre filosofía y biología se siente cada vez más, pero no está aún suficientemente desarrollada», mientras que en cambio hoy «necesitamos presentar el interrogante filosófico, dentro del mismo fenómeno de la vida biológica», ya sea esta vida animal o, con mayor razón, «bios humano», añadió.

La reflexión sobre la ontogénesis, según el prelado, «exige también la aportación de las ciencias jurídicas y sociales», por «la presencia del hombre en la sociedad».

«Hablar de ontogénesis –añadió- quiere decir por lo tanto abrir un diálogo multidisciplinar, que exige una continua reintegración de saberes, los cuales no pueden sin embargo simplemente yuxtaponerse».

En cuanto a la ontogénesis, el ser humano, explicó monseñor Sgreccia, tiene su razón de ser por sí mismo, tiene un propio «actus essendi», y es por tanto, para decirlo con Aristóteles, no un accidente («lo que no es capaz de existir por sí solo»), sino una «sustancia».

«A partir de la fertilización –explicó– se construye una realidad que existe por sí misma, que tiene un acto suyo sustancial propio y una actividad autopoyética». Es «un organismo viviente e individualizado», caracterizado por «finalismo y desarrollo ininterrumpido» que revelan en él «la presencia de la espiritualidad, es decir de un alma espiritual».

El individuo humano no puede por tanto no ser considerado persona, por el propio finalismo y porque está «dotado de un logos, o sea de razón y de lenguaje». Logos que es parte esencial de la naturaleza de la persona y no una cualidad accesoria, explicó.

«La sustancialidad ontológica que se revela en la continuidad del desarrollo, garantiza la presencia en sí del logos, desde el inicio de la existencia y desde el constituirse del ser individual», añadió.

De estas conclusiones se derivan también «la tesis fundamental de la Academia Pontificia para la Vida, en estos años, sobre el reconocimiento de la cualificación de persona a atribuir también al embrión humano» y la declaración «Donum Vitae» que, según monseñor Sgreccia, «confirma estas tesis» y «exige desde el punto de vista ético el respeto como persona también del embrión».

[Los resúmenes de las diversas intervenciones en el congreso pueden leerse en: http://www.srmedia.org/ontogenyandhumanlife/ontogenyandhumanlife.html]

Por Paolo Centofanti, traducción del italiano de Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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