El domingo el Papa proclamará santo a Luis Orione, «genial expresión de la caridad»

Es el fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 mayo 2004 (ZENIT.org).- Una de las figuras más destacadas de la caridad de la primera mitad del siglo XX entrará en el catálogo de los santos de la Iglesia universal cuando Juan Pablo II canonice el próximo domingo al sacerdote italiano Luis Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.

Al beatificarle en 1980, el Santo Padre presentó a Don Orione como «una maravillosa y genial expresión de la caridad cristiana», que dedicó toda su vida a la atención de los más necesitados, tanto en lo espiritual como en lo material.

Dicha labor hoy siguen desarrollándola numerosos laicos y religiosos en más de treinta países del mundo con escuelas profesionales, casas para ancianos, misiones, parroquias, hospitales, casas de acogida para menores y jóvenes en dificultades y para los «sin techo».

La misión de todos ellos es «salir a al encuentro de las necesidades de los más pobres, de los más marginados, de los más pequeños», en particular de los dispacacitados.

Luigi Orione nació en Pontecurone (diócesis de Tortona, al norte de Italia) el 23 de junio de 1872, en el seno de una familia humilde.

Consciente que Dios lo llamaba a ser sacerdote, pasó por los franciscanos y más tarde por los salesianos de Turín, donde conoció personalmente a san Juan Bosco, de quien fue discípulo y obtuvo gran parte de su formación religiosa, aunque comprendió que no estaba allí su vocación.

Después entró al seminario de Tortona, donde se formó para ser sacerdote en 1895. En esos años fue descubriendo poco a poco lo que Dios le pedía, primero reuniendo a algunos niños de escasos recursos para catequizarlos y luego ayudándolos a estudiar en un colegio, que fue su primera fundación.

En poco tiempo, Don Orione abrió nuevas casas en Mornico Losana (Pavía), en Noto (Sicilia), en Sanremo, en Roma. Alrededor del joven fundador crecieron clérigos y sacerdotes que formaron el primer núcleo de la «Pequeña Obra de la Divina Providencia».

En 1903 fueron reconocidos canónicamente los «Hijos de la Divina Providencia» (sacerdotes, hermanos coadjutores y ermitaños), congregación religiosa masculina de la «Pequeña Obra de la Divina providencia», dedicada a «colaborar para llevar a los pequeños, los pobres y el pueblo a la Iglesia y al Papa, mediante las obras de caridad», profesando un cuarto voto de especial «fidelidad al Papa».

Animado por una gran pasión por la Iglesia y por la salvación de las almas, se interesó activamente por los problemas emergentes en aquel tiempo, como la libertad y la unidad de la Iglesia, la «cuestión romana», el modernismo, el socialismo, la cristianización de las masas obreras, subraya la biografía distribuida por la Santa Sede.

Socorrió heroicamente a las poblaciones damnificadas por los terremotos de Reggio y de Messina (1908) y por el de la Marsica (1915). Por deseo de Pío X fue Vicario General de la diócesis de Messina durante tres años.

En 1915 dio inicio a la Congregación de las «Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad», animadas por el mismo carisma fundacional.

Después de la primera guerra mundial (1914-1918) se multiplicaron las escuelas, colegios, colonias agrícolas, obras caritativas y asistenciales.

Entre las obras más características, creó los «Pequeños Cottolengos», para los que sufren y los abandonados, surgidos en la periferia de las grandes ciudades como «nuevos púlpitos» desde los que hablar de Cristo y de la Iglesia, «faros de fe y de humanidad».

De gran celo misionero, Don Orione gozó de la estima personal de los Papas y de las autoridades de la Santa Sede, que le confiaron numerosos y delicados encargos. Fue predicador, confesor y organizador infatigable de peregrinaciones, misiones, procesiones, «belenes vivientes» y otras manifestaciones populares de la fe.

Muy devoto de la Virgen, promovió su devoción por todos los medios y, con el trabajo manual de sus clérigos, construyó los santuarios de la Virgen de la Guardia en Tortona y de la Virgen de Caravaggio en Fumo.

Don Orione falleció el 12 de marzo de 1940, suspirando «¡Jesús! ¡Jesús! Voy». Su cuerpo, incorrupto en el momento de la primera exhumación en 1965, fu puesto en un lugar de honor en el santuario de la Virgen de la Guardia de Tortona, después de que el 26 de octubre de 1980 Juan Pablo II inscribiera su nombre en el catálogo de los Beatos.

Actualmente la Familia Orionita –que incluye el Instituto Secular Orionino (170 miembros) y un gran Movimiento Laical– constituye una importante presencia eclesial que continúa el camino marcado por el fundador: «hacer que Cristo esté presente en todas las cosas» («Instaurare omnia in Christo», Efesios 1,10). Los religiosos son 1.032 y las religiosas 990.

El 7 de julio de 2003 el Papa aprobó el decreto en el que se reconoció un milagro atribuido a la intercesión de Don Orione, que abrió las puertas a su canonización el próximo domingo.

Pierino Penacca, de la diócesis de Tortona (Alejandría), que había conocido a Don Orione en su juventud, sanó tras recurrir a la intercesión del beato cuando, en noviembre de 1990, le fue diagnosticado un carcinoma pulmonar sin tratamiento posible.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación