El efecto de las sanciones económicas en los niños de Irak

Varias ONG católicas presentan un informe ante la ONU en Ginebra

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GINEBRA, 1 mayo 2001 (ZENIT.org).- Un grupo de ONG católicas han presentado un informe sobre la situación de los derechos de los niños en Irak y a favor del fin de las sanciones económicas, después de más de diez años de la terminación de la Guerra del Golfo.

El documento ha sido presentado ante la quinta sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, del 19 de marzo al 27 de abril, en el Palacio de las Naciones de Ginebra, que ha afrontado la cuestión de los derechos de los niños.

Franciscanos Internacional, en una declaración conjunta con Caritas Internationalis, la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas, Pax Christi International, el Consejo Canadiense de las Iglesias, las Hermanas de Santo Domingo de Maryknoll y los Padres y Hermanos de Maryknoll, junto con Dominicos por la Justicia y la Paz, han presentado a la atención de la Comisión el impacto de las sanciones internacionales como una continuación de la guerra y sus perjudiciales y destructivas secuelas en los niños.

El informe denuncia que, en Irak, se están violando sistemáticamente los artículos 38 y 3 de la Convención de la ONU sobre los Derechos de los Niños, como resultado de más de diez años de sanciones económicas contra el pueblo de Irak. Las violaciones de los derechos de los niños iraquíes se describen en varios informes de Naciones Unidas y han llevado también a la dimisión de tres funcionarios de larga experiencia en la ONU, responsables del programa humanitario en Irak.

En enero de 2001, una delegación de Caritas Europa, acompañada por el presidente de Caritas para Medio Oriente y Norte de Africa y acogida por su equivalente iraquí, visitó Irak y publicó un informe sobre los efectos devastantes de las sanciones en el pueblo de Irak. El informe de Caritas demuestra que las sanciones contra Irak se han traducido en un sufrimiento indecible para millones de personas, tanto físico, como mental y cultural.

El documento indica que los efectos se han grabado para siempre en la mente iraquí. La que una vez fue una nación próspera está siendo sistemáticamente llevada a una involución económica y siendo reducida a la penuria.

Hermanas y Hermanos Dominicos de EE.UU. visitaron el país de Oriente Medio durante tres años, desde 1999, para ver los efectos del embargo en la gente. En su informe final, el mes pasado, la delegación indica que «en estos diez años hemos sido testigos de la destrucción de una tierra, un pueblo y una cultura.

«En los años ochenta, Irak poseía un sistema de atención sanitaria universalizado y educación para todos gratuita, un moderno sistema de telecomunicaciones y adecuadas fuentes de energía –explican los autores del informe–. El país contaba con sofisticados sistemas de tratamiento de aguas que cubrían las necesidades de la mayoría de la población. Ahora, después de diez años, la infraestructura iraquí no puede soportar ya el peso de las necesidades».

«Las mujeres que están criando y los niños siguen sufriendo alto niveles de malnutrición que se traduce en un parón al desarrollo y una disminución de la capacidad de alcanzar su pleno potencial –añade el documento–. El aire y el agua son tóxicos… Quienes más sufren son los niños, una entera generación que no ha conocido otra cosa que la guerra. Casi diez millones de iraquíes tienen menos de quince años… ¿Qué esperanza puede tener una nación cuando las sanciones le privan de agua limpia, nutrición adecuada, tratamiento médico y educación?».

Franciscanos Internacional con los otros patrocinadores del informe, en unión con Dominicos por la Justicia y la Paz, y en armonía con el llamamiento del Papa Juan Pablo II y el Sínodo de los Obispos de Asia, en 1998, pide por otra parte, «a la comunidad internacional que use todos los medios posibles para acabar con las sanciones que están matando a los niños de Irak y para garantizar el respeto de las normas humanitarias internacionales» referidas a estos pequeños.

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ZENIT Staff

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