El ejército angoleño sigue actuando impunemente contra la población de Cabinda

Fuentes de la Iglesia denuncian también que la guerra continúa

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CABINDA, miércoles, 14 enero 2004 (ZENIT.org).- Fuentes de la Iglesia local están denunciando que la población civil de Cabinda –enclave separado del resto del territorio angoleño por la República Democrática del Congo– sigue sufriendo graves abusos por parte de las fuerzas armadas de Luanda, cuyos actos permanecen impunes.

Hace años que el enclave de Cabinda es escenario de una guerra civil entre el ejército de Luanda y los guerrilleros del FLEC («Frente de Liberación del Enclave de Cabinda») que luchan por la independencia respecto a Angola, un conflicto que desde 1975 ha causado no menos de 30.000 muertos.

A través de los micrófonos de «Radio Ecclesia», el padre Raul Tati, vicario general de la diócesis de Cabinda, ha declarado que los militares siguen beneficiándose de la más absoluta impunidad: «Desde que comenzó esta guerra, estamos denunciando flagrantes violaciones de los derechos humanos y no ha habido ni un caso en que los responsables hayan sido inculpados».

De acuerdo con el sacerdote, la tensión en la región crece junto al «aumento significativo de las fuerzas armadas». «Esto quiere decir –advierte– que la guerra continúa en Cabinda, contrariamente a lo que los discursos oficiales del gobierno quieren dar a entender».

Estas afirmaciones tienen eco en las palabras del padre Jorge Casimiro Congo, de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Cabinda. En una entrevista de «Radio Renascença» de Lisboa, el sacerdote subrayó que «el gobierno angoleño tiene la boca cerrada frente a la comunidad internacional, pero mantiene el puño de hierro en la espalda del pueblo de Cabinda».

El año pasado, «Ayuda a la Iglesia Necesitada» lanzó en Portugal la campaña «La indiferencia es un crimen» para denunciar la situación que atraviesa Cabinda, donde se registran «ejecuciones sumarias, violencia, torturas, destrucción y saqueos».

Cabinda se convirtió en 1885 en un protectorado portugués con el Tratado de Simulambuco. El territorio es riquísimo en petróleo, con una producción diaria de 700.000 barriles, que representa en términos económicos dos tercios de las entradas totales del Estado.

En 1975, fue anexionado a Angola cuando el país logró la independencia de Portugal. Y en la reivindicación del estatuto especial de Cabinda, los movimientos de liberación existentes en la región –en cabeza el Flec-Fac (Frete de Libertad del Enclave de Cabinda-Fuerzas Armadas de Cabinda)— han mantenido un conflicto abierto con el gobierno de Luanda, que por su parte no reconoce la legitimidad del Tratado mencionado.

«Olvidado» a causa del sangriento conflicto de Angola –que concluyó tras 27 años de guerra con el acuerdo de paz del 2002–, el enfrentamiento armado en Cabinda prosigue ante la indiferencia de los medios de comunicación internacionales.

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ZENIT Staff

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