El embajador de Israel garantiza el compromiso de ayudar a los cristianos en Tierra Santa

Declaraciones de Mordechay Lewy

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ROMA, jueves, 15 mayo 2008 (ZENIT.org).- El nuevo embajador de Israel ante la Santa Sede asegura que su país hará todo lo posible para ayudar a las comunidades cristianas de Tierra Santa para que no tengan que emprender el camino del éxodo.

«Tenemos que hacer todo lo posible por reforzar a las comunidades cristianas en Israel, pues su presencia esencial en Tierra Santa está profundamente arraigada e históricamente reconocida», explicó este jueves Mordechay Lewy, en un encuentro con lo periodistas concedido en la embajada de Israel ante la Santa Sede a un reducido grupo de periodistas.

El 12 de mayo pasado, al entregar sus cartas credenciales a Benedicto XVI, el embajador había manifestado este mismo compromiso.

El embajador se muestra totalmente de acuerdo con el pontífice cuando afirma debería hacerse todo lo posible para que Tierra Santa «no se convierta en un lugar arqueológico, privado de vida eclesial».

«Israel quiere reiterar su compromiso de mantener el status quo en los santos lugares cristianos y defender los derechos de que gozan sus comunidades cristianas», indicó.

Según el embajador, los cristianos no emigran de Tierra Santa por razones políticas, sino sobre todo y ante todo por razones de carácter económico y social. En general, explica, han recibido una formación muy buena en las escuelas cristianas y, por tanto, pueden encontrar fácilmente un trabajo en el extranjero.

El embajador califica de «muy positivo» el discurso que el Papa le dirigió, en el que le felicitaba por la celebración de los 60 años del Estado de Israel, y en el que le pedía que se logre un acuerdo sobre la situación económica y fiscal de la Iglesia en el país.

En este sentido, el diplomático ha manifestado el deseo de su gobierno de responder a las peticiones de la Iglesia y llegar a un acuerdo que aplicará, así, de manera global, el acuerdo fundamental, que permitió las relaciones entre Israel y la Santa Sede hace quince años.

Ahora bien, el embajador reconoce que estos acuerdos tienen un impacto en la ley israelí, afectan a varios ministerios (no sólo al de Asuntos Exteriores) y, por tanto, el acuerdo definitivo todavía requerirá tiempo.

También manifestó el interés de responder a la petición del Papa de ofrecer visas a los sacerdotes y religiosos procedentes de países que no mantienen relaciones con Israel o que están en guerra, aunque reconoció que también se trata de una solución difícil, pues no es fácil hacer excepciones simplemente por el carácter eclesial o religioso de la persona.

El nuevo embajador israelí, casado y con tres hijos, tiene conocimiento en la materia pues entre 2004 y 2008 ha sido consejero del alcalde de Jerusalén para las comunidades religiosas. Licenciado en historia por la Hebrew University, ha escrito muchos artículos históricos sobre los cristianos y Jerusalén.

Se presentó al Papa en la audiencia «como un descendiente de la tribu de Leví» y confesó a los periodistas que desde que en 1993 Israel y la Santa Sede establecieron relaciones diplomáticas quería desempeñar este cargo.

«Soy consciente de que este nombramiento es mucho más que una clásica misión diplomática. La Santa Sede cuenta el tiempo en siglos, o en milenios. Por tanto, sería inapropiado concebir nuestras relaciones meramente como un asunto bilateral entre dos estados soberanos».

«Además –considera–, la dimensión diplomática es relativamente nueva, incluso comparada con la significativa reconciliación entre católicos y judíos, que tuvo lugar a través de la promulgación de la declaración del Concilio Vaticano II Nostra Aetate hace más de cuarenta años».

En este sentido, el embajador anunció que acompañará el diálogo interreligioso con entusiasmo, consciente sin embargo de que no es un rabino.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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