El envejecimiento del planeta

El impacto económico y social de una sociedad envejecida

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ROMA, domingo, 7 octubre 2007 (ZENIT.org).-Décadas de baja tasa de natalidad están provocando un rápido envejecimiento de la población de muchos países.

El presidente rumano Traian Basecu explicaba hace poco que la población de su país estaba disminuyendo y que se necesitaría hacer más por apoyar a las mujeres para que tuvieran hijos, informaba el 18 de septiembre Associated Press.

«Rumanía necesita revisar de modo urgente sus políticas demográficas», declaraba a los participantes de una conferencia sobre población y desarrollo en la ciudad de Sibiu. Según Associated Press, la nación cuenta con 4 millones de personas en edad laboral, mientras que el número de jubilados alcanza los 6 millones.

Alemania es otro país que está sintiendo el descenso y el tener una población envejecida, informaba el New York Times el 23 de septiembre. La población comenzó a disminuir en el 2003, con un descenso de 5.000 personas con respecto al año anterior. En el 2006 la disminución alcanzó las 130.000.

La población alemana está experimentando un «crecimiento exponencial negativo», declaraba al New York Times Reiner Klingholz, director del Instituto Berlinés para la Población y el Desarrollo.

También despierta fuerte preocupación la situación en Japón, informaba el periódico británico Telegraph en un artículo el 1 de junio. La población alcanzó los 128 millones en el 2005 y algunas previsiones esperan que caiga por debajo de los 100 millones para el 2050.

Estos cambios demográficos no son sólo un problema de los países ricos, observaba un reportaje de Associated Press el 11 de abril. Algunos países «se harán más viejos antes de hacerse más ricos», afirmaba en una conferencia a principios de año Somnath Chatterji, líder del equipo de la Unidad de Estudios Multinacional de la Organización Mundial de la Salud.

Envejecimiento
«Algo que ha sucedido en Francia en un siglo», afirmaba Chatterji, «ha ocurrido en cuestión de dos décadas en otros países». China, por ejemplo, tiene una de las poblaciones más rápidamente envejecidas del mundo. El número de personas con más de 65 años crece cerca de un 3% al año, comparado con un índice de menos del 1% para el resto de la población, afirmaba en la conferencia Jiang Fan, viceministro chino de población y planificación familiar.

En algunos países han aumentado los nacimientos pero incluso así siguen estando a un nivel bajo. La agencia gubernamental Statistics Canada publicó el 21 de septiembre los datos de población de su país para el 2005. Los nacimientos alcanzaron el nivel más alto de los últimos siete años, en parte debido al aumento de la maternidad en mujeres en la treintena.

La tasa de natalidad total de Canadá fue de 1,54 niños por mujer en el 2005, un aumento con respecto al 1,53 del año anterior, y la tasa más alta desde 1998. Sin embargo, Statistics Canada añadía que está todavía muy por debajo del así llamado nivel de fertilidad de reemplazo, fijado en 2,2 niños por mujer.

Italia también ha registrado un ligero aumento, informaba la agencia ANSA el 5 de mayo. En el 2006, la tasa de fertilidad total por mujer alcanzó el 1,35, la más alta en 16 años. Sigue todavía por debajo de la media de 1,52 de la Unión Europea y muy por debajo del nivel de reemplazo.

Atención a Europa
La situación demográfica europea ha sido el tema de la Cumbre Económica de Munich de este año, que tuvo lugar el 21 y el 22 de junio. La cumbre reunió a académicos y líderes políticos, industriales y financieros. Está organizada por la fundación económica alemana CESIfo y respaldada por la fundación Herbert Quandt de BMW.

«Los cambios demográficos que experimenta hoy Europa no tienen precedentes en su historia», afirmaba en su discurso de apertura Jürgen Chrobog, director de la fundación Herbert Quandt de BMW.

La baja tasa de natalidad de Europa conducirá a una disminución 21 millones de personas en la fuerza laboral en los próximos 25 años, observaba, lo que llevará a consecuencias negativas para los resultados económicos y la competitividad.

La combinación de aumento de la longevidad y de baja fertilidad constituyen una «bomba de tiempo demográfica» debido a las deficiencias en las políticas de jubilación y familia, advertía Edward Palmer de la Universidad sueca de Upsala.

Hablando en general, observaba, los países en Europa con tasas de fertilidad más altas, como Francia y los países escandinavos, son aquellos con las políticas familiares más generosas. Dado que el nacimiento de cada hijo implica una pérdida potencial de ingresos durante los primeros años de su infancia así como el riesgo de pérdida de oportunidades laborales, Palmer pedía políticas familiares que proporcionasen una compensación adecuada.

Vladimir Spidla, comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades, también habló en el encuentro. Actualmente el 16% de la población europea tiene más de 65 años. Si no hay cambios en la tasa de natalidad y la inmigración, en el 2050, la proporción de ancianos se habrá casi doblado, observaba.

Para ayudar a Europa a conseguir una renovación demográfica, Spidla recomendaba, entre otros puntos, una mayor atención a las necesidades de la familia. La decisión de tener hijos es un tema privado, reconocía. Sin embargo, observaba, las encuestas muestran que muchas mujeres y muchos hombres quieren tener más hijos de los que actualmente traen al mundo.

«Los padres potenciales temen que cuidar a sus hijos sea un problema, o que tengan que decidir entre su carrera y el tiempo con su hijo, que sea demasiado caro», explicaba Spidla. «Es así imperativo que mejoremos las condiciones sociales y económicas de las familias y de los hijos».

Sin precedentes
Un reciente informe de la División de Población del Departamentos de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU presentaba una visión global del envejecimiento. En su estudio «World Population Ageing», la agencia subrayaba la naturaleza sin precedentes del envejecimiento en muchas naciones.

A nivel mundial, el número de personas con 60 años o más se espera que exceda al número de niños por primera vez en el 2047. Ya, en 1998, en las regiones más desarrolladas, el número de niños – con menos de 15 años – cayó por debajo de las personas más ancianas.

En el 2000, la población con 60 años o más sumaba 600 millones, el triple del total de 1950. En el 2006, el número de las personas ancianas había superado los 700 millones. En el 2050, se prevé que vivan 2.000 millones de personas ancianas, lo que implica que su número vuelva a triplicarse en un periodo de 50 años.

En las regiones más desarrolladas, más de una de cada cinco personas tiene actualmente 60 o más años, y el 2050 cerca de un tercio de la población se prevé que esté en este grupo de edad.

En las regiones menos desarrolladas, las personas ancianas suman hoy casi el 8% de la población, pero en el 2050 se espera que sumen un quinto de la población.

La División de Población también advertía que el envejecimiento de la población es más rápido en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Además, el envejecimiento en los países en desarrollo está teniendo lugar en niveles más bajos de desarrollo económico que en el caso de los países desarrollados.

Luego está el número de personas potencialmente en la fuerza laboral en relación con las que ya están retiradas. El número de personas en edades entre los 15 y los 64 años por cada persona con 65 años o más ha descendido ya de 12 a 9 entre 1950 y el 2007. En el 2050, se espera que caiga hasta sólo 4 personas en edad laboral por cada anciano, lo que tendrá un grave impacto en los impuestos y en las políticas de seguridad social.

Además del impacto económico, l
os cambios causados por el envejecimiento tendrán una influencia mayor en las cuestiones de equidad y solidaridad intergeneracional, comentaba el informe de la ONU.

Es también poco probable, continuaba la agencia de la ONU, que los niveles de fertilidad suban de nuevo hasta los altos niveles comunes en el pasado. Por eso, la tendencia al envejecimiento parece que pueda ser irreversible, haciendo que las poblaciones jóvenes (algo común hasta ahora) se conviertan en algo raro en el curso de este siglo.

Por el padre John Flynn, L. C.

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ZENIT Staff

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