El enviado del Papa constata con sus propios ojos la tragedia del «tsunami»

Emotiva celebración eucarística con la comunidad católica de Banda Aceh (Indonesia)

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BANDA ACEH, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).- El panorama de desolación provocado por el «tsunami» hizo particularmente conmovedora la celebración eucarística que este domingo presidió el enviado papal en Banda Aceh, la ciudad más afectada de Indonesia, país en el que la catástrofe ha provocado más de doscientos mil muertos.

Quienes acompañaban al arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» han recogido para Zenit estas impresiones este lunes: «uno se queda impresionado al ver kilómetros de zonas habitadas que literalmente han desaparecido y en las que ahora reina la destrucción».

Según han podido constatar el arzobispo alemán y sus acompañantes, «todavía hoy siguen encontrándose cadáveres» provocados por el drama del 26 de diciembre pasado, unos doscientos al día.

«Son envueltos en sacos de plástico y cargados en camiones que recorren las zonas devastadas para recogerles. Es un trabajo que todavía durará mucho tiempo, pues quedan muchos escombros por quitar», constataba la comitiva presidida por monseñor Cordes.

Estas mismas fuentes cercanas al arzobispo han explicado a Zenit que «al mismo tiempo da la impresión de que se vuelve a la vida normal: el mercado ha abierto, la gente vuelve a las tiendas, al trabajo…. En torno al aeropuerto la vida es muy intensa».

El arzobispo, quien es acompañado en sus visitas por el nuncio apostólico en Indonesia, el arzobispo Archbishop Albert Malcolm Ranjith, visitó este domingo a la comunidad católica local, en particular, al arzobispo de Madan y al administrador diocesano de Sibolga.

Este lunes mantuvo un encuentro con el ministro para la Coordinación de la Reconstrucción en el aeropuerto de Banda Aceh.

En Banda Aceh la comunidad católica se compone ahora de 500 ó 600 personas, en medio de una población global que antes del «tsunami» tenía unos 400.000 habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes.

Étnicamente los católicos son en su mayoría de origen chino, aunque también los hay batacos. La parroquia católica dirigía una escuela, desde el jardín de infancia hasta los estudios superiores, que ahora ha quedado golpeada por el tsunami. Su párroco, el padre Ferdinando Sereni, franciscano conventual italiano, está haciendo lo posible para que pueda abrir sus puertas lo antes posible.

«Tras el «tsunami» muchos católicos han huido, pues se han quedado sin casa y trabajo», informaban este lunes a Zenit fuentes de Banda Aceh.

Entre otras cosas, la visita de monseñor Cordes está promoviendo «proyectos específicos para garantizarles un futuro en Banda Aceh, de manera que puedan regresar: se trata sobre todo de construir casas y crear trabajo».

Las autoridades locales de la ciudad, tras la catástrofe, han pedido al párroco que vuelva a hacer utilizable una de las clínicas.

«La parroquia se ha convertido en lugar de referencia de muchas organizaciones no gubernamentales católicas y el párroco se ha transformado en chofer, intérprete, director de obras de reconstrucción…», añaden estas fuentes.

Las personas que acompañan a monseñor Cordes han podio constatar «la eficacia de diferentes operaciones de ayuda gracias a las cuales se han evitado epidemias contagiosas, se han ayudado a centenares de miles de personas, y en el conjunto se ha dado una buena coordinación».

Las personas con las que se encuentra el enviado papal no dudan en preguntarle por el sentido cristiano de esta tragedia: «¿Qué significa una destrucción así para un católico?». El prelado ha subrayado que lo sucedido no ha sido un castigo de Dios, pues de hecho Dios estaba junto a cada una de las víctimas ofreciéndoles su amor infinito. Para los supervivientes y para el resto de la humanidad, lo acaecido se convierte en un llamado a la conversión, ha señalado.

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ZENIT Staff

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