El episcopado de Filipinas señala al país la necesidad de seguir adelante

Aunque la «búsqueda de la verdad debe continuar», advierte

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MANILA, miércoles, 14 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Continuando en la búsqueda de la verdad, hay que avanzar, prestando atención a la urgencia de la supervivencia económica de la nación: es la invitación del episcopado de Filipinas en un breve comentario sobre la situación de la nación, que acaba de atravesar una crisis política con la presidenta Gloria Macapagal Arroyo en el centro.

Acusada de fraude electoral en julio y en medio de sospechas de corrupción entre miembros de su familia, la presidenta filipina fue sometida a tres procesos de destitución, si bien la Cámara Baja del país los rechazó este mes. Algunos sectores de la sociedad civil siguen acusándola de corrupción y piden su dimisión.

En medio de la agitación social que se produjo entonces, los 85 obispos de Filipinas difundieron una esperada Declaración –fechada el 10 de julio– bajo el título «Restablecer la confianza: llamamiento por los valores morales en la política filipina» advirtiendo de que en la situación que atravesaba el país «en el centro de la crisis está el asunto de valor moral, en especial el de la confianza» (Cf. Zenit, 12 julio 2005).

Respecto a la presidente, en el escrito los prelados no demandaron su renuncia. «Pero tampoco alentamos» a la presidente «sencillamente a rechazar tal petición de otros», escribieron los obispos.

Añadieron que los llamamientos no violentos a su dimisión, la demanda de una Comisión de la verdad o un proceso de destitución no eran contrarios al Evangelio.

Comentando la situación nacional en una breve declaración, el martes pasado el Consejo Permanente del Episcopado Filipino exhortó al país (católico en un 85%) a seguir adelante –sin renunciar a la búsqueda de la verdad– y a centrarse en el acuciante problema de la pobreza.

Este comunicado –difundido por la archidiócesis de Manila (www.rcam.org), se reproduce íntegramente más abajo– fue leído por monseñor Capalla, apunta el órgano informativo del dicasterio misionero «Fides».

El presidente del episcopado filipino subrayó cómo la Iglesia desde el principio rechazó dejarse llevar por la disputa, política, entre gobierno y oposición que ha agitado la escena nacional en los últimos meses, reafirmando la necesidad de que la política filipina siga criterios de transparencia y honestidad, abandonando las formas de corrupción que erosionan el servicio dentro de la administración pública.

* * *

DECLARACIÓN DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA CONFERENCIA DE LOS OBISPOS CATÓLICOS DE FILIPINAS (CBCP)

Nosotros, miembros del Consejo Permanente de la CBCP, acabamos de celebrar nuestra reunión ordinaria que fue programada durante nuestra última asamblea plenaria de enero de 2005.

Si bien la situación política presente no está en nuestra agenda, tenemos algo que decir sobre ella, pues muchos, sabemos, lo esperan. Esto es lo que desearíamos decir:

1. La búsqueda de la verdad debe continuar y debe ser guiada por los principios del papel de la ley y por los principios morales de la verdad, la justicia y el bien común como manifestamos en nuestra Declaración del 10 de julio.

2. Más importante y urgente para nosotros ahora es la supervivencia económica de nuestro pueblo – Esto es por lo que dije recientemente «Avancemos».

3. Como también se expresó en nuestra Declaración del 10 de julio, recordamos a nuestro pueblo, especialmente a nuestras Comunidades Eclesiales de Base, organizaciones laicas y movimientos, que el ruedo político es su responsabilidad como católicos bautizados.

4. Exhortamos nuevamente a intensificar la oración –personal intensa e ininterrumplida— que abrirá nuestros corazones a Dios.

5. Finalmente, como vuestros pastores, apelamos al pueblo a enfrentar nuestras actuales pruebas con sobriedad y fe en Dios, que nos ama y cuida de nosotros. Contemplemos nuestra situación presente como un desafío providencial para crecer y madurar como pueblo.

FERNANDO R. CAPALLA
Arzobispo de Davao
Presidente, Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas

13 de septiembre de 2005

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ZENIT Staff

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