El gobierno chino querría cerrar 300 escuelas católicas de Hong Kong

Denuncia del obispo coadjutor de la ciudad, monseñor Joseph Zen

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HONG KONG, 21 febrero 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Monseñor Joseph Zen, obispo coadjutor de Hong Kong con derecho a sucesión, se ha convertido en un aguijón para el Gobierno de Pekín por su modo de hablar directo y sus intervenciones sobre los derechos humanos en Hong Kong.

En esta entrevista, concedida en el marco de la visita de George Bush a China analiza la situación religiosa en el país.

Nació en Shanghai hace 70 años, pero a causa del régimen comunista se vio obligado desde joven a salir de China Popular, donde volvió del 1989 a 1996, y enseñó en algunos seminarios de la Iglesia oficial.

Tras su nombramiento episcopal y algunas intervenciones públicas, se ha convertida en persona no grata para el régimen: «No puedo ir ya, estoy en la lista negra», constata con una sonrisa, y luego añade: «Las cosas son todavía más difíciles para mí porque, pues tras la campaña del Gobierno contra la canonización de los mártires chinos, escribí un artículo muy fuerte en un
diario de Hong Kong».

–Si la canonización no hubiera sido el 1 de octubre, ¿habrían hecho igualmente esta campaña?

–Monseñor Joseph Zen: Creo que sí. Tenían necesidad de un pretexto para ver si lograban plegar a los obispos de la Iglesia oficial que ya no les obedecen.

–¿Está diciendo que el problema del Gobierno chino actualmente son los obispos y sacerdotes de la Iglesia oficial?

–Monseñor Joseph Zen: ¡Exacto! Ya son casi todos reconocidos por Roma. El Gobierno teme perder el control.

–¿El Gobierno conoce esta aprobación?

–Monseñor Joseph Zen: Si lo sé yo y lo sabe usted ¿cree que no lo sabe el Gobierno?

–¿También las otras religiones tienen muchos problemas en China?

–Monseñor Joseph Zen: Sí, pero no como nosotros. Ellos se someten mucho más fácilmente.

–¿Piensa que hará falta todavía mucho tiempo para desbloquear esta situación?

–Monseñor Joseph Zen: Quizá sí. Pero todavía se puede esperar que las cosas cambien, quizá en el plazo de tres años. Ahora se celebrará el Congreso del Partido. Habrá un primer cambio generacional de gente más joven. Luego crecerá un grupo todavía más joven, muchos de los cuales han estudiado en el exterior. La única esperanza es una evolución dentro del partido y la clase política. Es la única manera de evitar un epílogo sangriento.

–¿Teme una salida sangrienta de los conflictos en China?

–Monseñor Joseph Zen: Sí, si no están atentos, sí, porque hay muchos descontentos en China.

–¿Qué espera de la visita de Bush a China?

–Monseñor Joseph Zen: No sigo la política. De todas maneras no tengo mucha confianza en la política exterior estadounidense. Cuando las otras naciones dicen algo sobre los derechos humanos en China, Pekín es sensible. Fingen no darle importancia, en realidad tienen miedo. Sabemos que tienen miedo. Conviene hablar.

–En Hong Kong, usted ha tomado muchas veces postura sobre los derechos humanos, ¿se considera un líder en este campo?

–Monseñor Joseph Zen: Creo que la defensa de los derechos humanos forma parte del deber de la Iglesia. El Evangelio pide también un compromiso social.

–¿Cuál es el miedo de la Iglesia?

–Monseñor Joseph Zen: Hasta ahora no nos han hecho nada, pero pronto harán algo contra nuestras escuelas. Quieren quitarnos el control de las escuelas. Tenemos trescientas.

–¿Cuándo sucederá?

–Monseñor Joseph Zen: Pronto. Lo han retrasado un poco. Irán adelante despacio, pero irán adelante. No renuncian.

–¿Cómo responderá?

–Monseñor Joseph Zen: He escrito ya una carta a todos los directores avisando del peligro. Por el momento las autoridades han dejado de lado el plan pero volverán a la carga pronto. Entonces haré pública la carta. Tenemos necesidad del apoyo popular, porque si no, perdemos la batalla. No, las cosas no van demasiado bien.

–¿No es optimista sobre el futuro de Hong Kong?

–Monseñor Joseph Zen: Optimista sí, en el sentido de que la gente es estupenda: ha logrado construir esta ciudad y en el futuro hará cosas todavía mejores, pero este sistema comunista de gobierno está arruinando muchas cosas. Incluso el capitalismo ha sido arruinado. No hay ya capitalismo basado sobre la competencia. Ahora hay que desarrollar el capitalismo con características chinas: todo con artimañas, amistades y recomendaciones. Los ricos tienen todas las puertas abiertas.

–¿También con el Gobierno comunista?

–Monseñor Joseph Zen: Sí, hay una alianza abierta entre los ricos de Hong Kong y los poderosos de Pekín.

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ZENIT Staff

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