El gobierno mexicano pide ayuda a la Iglesia para atender a los migrantes

La Iglesia es una de las pocas instituciones que les ofrece albergue

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CIUDAD DE MEXICO, 10 agosto (ZENIT.org).- La Secretaría de Gobernación de México ha afirmado que quiere firmar un convenio con los obispos católicos de las fronteras del país para sostener su labor a favor de los emigrantes, según anunció el subsecretario de Asuntos Religiosos, Humberto Lira Mora.

El fenómeno de los emigrantes que penetran por la frontera sur de los Estados Unidos no es sólo un desafío para ese país, constituye un problema mucho más grave para México, que asiste en ocasiones impotente a una sangría de fuerzas jóvenes a la nación vecina que en ocasiones se ven privadas de sus derechos fundamentales. México, sin embargo, cuenta con recursos limitados para ofrecer asistencia estatal a los emigrantes y las realidades que les ofrecen ayuda real son sobre todo de carácter religioso y humanitario, en su inmensa mayoría instituciones de la Iglesia católica.

Lira Mora reconoció que la mayoría de las diócesis del país cuentan con Casas del Migrante, que ofrecen una labor caritativa única, y que por ese motivo el gobierno mexicano ha decidido apoyarlas.

Entrevistado al término de una reunión privada con el obispo de Tabasco y presidente de la Comisión Episcopal para la Movilidad Humana, Florencio Olvera Ochoa, Lira Mora indicó que ahora le corresponde a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) aprobar el anteproyecto que la Secretaría General ha elaborado para establecer ese acuerdo.

Lira Mora reconoció que el tema de los emigrantes es un problema serio y grave que enfrenta México y el mundo, por lo que –aseguró– la Secretaría de Gobernación tiene interés en buscar alternativas que permitan mejorar la situación.

Por su parte, en declaraciones publicadas por la agencia Notimex, el obispo de Tabasco ha considerado necesaria la participación de las autoridades federales, estatales y municipales, así como de la sociedad en general, para apoyar este tipo de albergues que permitan ofrecer un mejor trato a los emigrantes. El prelado ha aclarado que se requiere de una mayor conciencia de la sociedad y de las autoridades para tratar al emigrante como un ser humano y no como un «ilegal».

«En nuestro país aún falta una cultura de solidaridad con el emigrante, ya que son seres humanos que tienen sus razones para salir de sus tierras», añadió.

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ZENIT Staff

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