'El Hogar Nazaret es la última esperanza de los niños crucificados'

Entrevista con el P. Ignacio Mª Doñoro, sacerdote español en la selva amazónica de Perú. Si cierra esta Obra debido a la falta de recursos, los pequeños volverán a la minería como esclavos o a los burdeles como premio para los pederastas

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La vida del P. Ignacio Mª Doñoro cambió hace unos veinte años al ver morir a niños por desnutrición en las montañas de Panchimalco (San Salvador). Algunos de estos pequeños eran vendidos para traficar con sus órganos. En Bogotá, vio también a muchos menores vagando por las calles, drogándose con pegamento. Conoció a chicos que se ganaban la vida ingiriendo gasolina, para luego encenderla en sus bocas, y así poder llamar la atención y pedir unas monedas en los semáforos. Sufrió lo indecible al entrar en contacto con estos niños sometidos a abusos de todo tipo. Al conocer estas situaciones de extrema miseria moral y material, a este sacerdote español no le quedó otra opción que pedir una excedencia como capellán militar y fundar en Puerto Maldonado (Perú) el Hogar Nazaret para vivir pobre entre los pobres. En esta entrevista con ZENIT, el P. Ignacio Mª Doñoro asegura que ve a Jesús en cada uno de los pequeños que atiende diariamente. Los niños acuden al Hogar en situaciones muy dispares, pero con un denominador común: son niños crucificados. Sin ayuda y con muy pocos recursos, este sacerdote se desvive llevando el mensaje de la redención a uno de los lugares del mundo con mayor tráfico de menores. Ahora, si no ocurre un milagro, el padre Doñoro tendrá que cerrar esta Obra debido a la falta de recursos. Algo terrible, porque estos niños volverán a la minería como esclavos o a los burdeles como premio para los pederastas. 

¿Qué se le ha perdido en la selva amazónica de Perú?
– P. Ignacio Mª Doñoro: Puerto Maldonado, capital del departamento de Madre de Dios, con más de 300.000 habitantes, es uno de los lugares del mundo con mayor tráfico de menores.
El sistema familiar es casi inexistente. Las parejas se conforman sin mayor vínculo que la conveniencia momentánea, y se deshacen por cualquier motivo. 
Traen niños y niñas de las zonas más pobres de Cuzco prometiéndoles «una vida mejor». Cuando llegan a Puerto Maldonado los llevan a la minería ilegal.
Tienen a sus hijos, la mayoría de las veces, fruto de violaciones o en medio de una fuerte violencia, alcohol y drogas.
Matan a los niños como pagos a la tierra. Creen que, si sacrifican a un niño, «la madre tierra» les devolverá más oro. O bien, los abandonan porque son fruto de relaciones no deseadas, o de otros padres. 
Utilizan a niños y niñas como esclavos en las minas o como atractivo sexual en los prostíbulos. Es la antesala del infierno. 

¿Por qué decide fundar el Hogar Nazaret? 
– P. Ignacio Mª Doñoro: Tenía tantas dudas… No era fácil la decisión. 
El cardenal Robert Sarah, siendo secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, había leído el proyecto del Hogar Nazaret. Me llamó a Roma. Nada más entrar en su despacho fue muy directo: «Esto es exactamente lo que pide el Santo Padre».
Dios me lo pedía. No había más que pensar. 

¿Quiénes son los beneficiarios de esta obra?
– P. Ignacio Mª Doñoro: Los niños crucificados. Esta casa es su última esperanza.
Abrí el Hogar Nazaret el 1 de enero de 2011. Durante el año 2011, el Hogar Nazaret albergó transitoriamente a un total de 23 niños. Durante el año 2012, albergamos a 52 niños y en el año 2013, pasaron por el Hogar Nazaret 93 niños.
Todos los niños son transitorios, es decir, por muy felices que puedan vivir en el Hogar Nazaret, consideramos que la pertenencia a una familia es un derecho irrenunciable.
Una vez que el niño está recuperado, trabajando con la familia, siempre encontramos a una tía, abuela o hermana mayor que se hace cargo del menor con todas las garantías. 
Los niños permanecen tan solo el tiempo necesario hasta que es resuelta su situación de abandono moral o material.
Cuando llegan al Hogar Nazaret, además de darles una gran bienvenida, siempre les abrazo y les digo lo mismo: «Ya pasó hijo, ya nadie más te hará daño, ya pasó». El arrancarles de la muerte es ya un gran paso. 
Después hay que ingeniárselas para arreglar su situación legal. Inscribirles en el Registro Civil. Conseguir su partida de nacimiento y después su DNI. A partir de ahí, el niño ya existe, no pueden traficar con él… Análisis médicos, algunos quedan ingresados en el hospital. Poco a poco se les va escolarizando. Van curando las heridas del alma, hasta sentirse como en una familia normal.
Al ser familia, unidos por la sangre de Cristo y por una misma vocación de amor, los jóvenes dejarán la casa de una manera natural: por contraer matrimonio, por intereses laborales… No somos una institución que cuando cumplan la mayoría de edad deben abandonar. Son parte de la familia para siempre.

¿Cómo es la vida en el Hogar?
– P. Ignacio Mª Doñoro: Somos familia, una verdadera familia, no nacida de la carne sino de la propia sangre de Cristo. No es un «centro» o una «institución».
No intentamos que los niños bloqueen los recuerdos o fantaseen con su pasado, como si aquello no hubiera ocurrido. «Aquello» sucedió. Una máxima que orienta el Hogar Nazaret es que: «El perdón nos reconcilia con nosotros mismos, nos libera». «Se aprende a amar amando».
Si hace dos mil años el Niño Jesús vivió en Palestina, Él, que está presente en estos niños, vive ahora en el nuevo Hogar Nazaret de Puerto Maldonado. Dios no quiere un infierno así en la tierra. Nosotros somos sus manos, sus ojos.

¿Cuentan con algún tipo de ayuda?
– P. Ignacio Mª Doñoro: Vivimos de las escasas donaciones de la Asociación SOS Infancia y de las ayudas de la población de Puerto Maldonado. Son los pobres los que ayudan a los pobres. No recibimos ninguna ayuda del Vicariato Apostólico, es decir, de la Iglesia o del Estado. No hay ninguna congregación religiosa detrás sosteniéndonos, ninguna diócesis.
Son los pobres los que saben qué es pasar hambre o no poder pagar un medicamento y con resignación esperar la muerte. Son ellos los que apoyan el Hogar Nazaret.

¿Qué le diría a quien lea esta entrevista?
– P. Ignacio Mª Doñoro: Sería terrible cerrar esta Obra que a tantos niños está salvando la vida simplemente por falta de recursos económicos y humanos.
Si cierro el Hogar Nazaret estos niños irán al infierno en la tierra. No es que se queden sin colegio o pasen un poco de hambre. Volverán a llevarlos a la minería como esclavos, a los burdeles como premio para los pederastas, volverán a ser crucificados.

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Iván de Vargas

Profesional de la comunicación con más de 15 años de experiencia en la información religiosa. A lo largo de su dilatada trayectoria, ha desempeñado diferentes responsabilidades: delegado diocesano de Medios de Comunicación Social de Córdoba y director de la Revista Primer Día; director de comunicación de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM); redactor jefe del Semanario Alba, y responsable de comunicación de María Visión España, donde ha dirigido y presentado diferentes programas de TV. Asimismo, ha sido colaborador de diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales (Cadena Cope, Popular TV, Intereconomía TV, Radio Intereconomía, La Nación, Trámite Parlamentario y Municipal, Radio Inter, Radio María, Semanario Alfa y Omega, Avvenire, etc.). En este tiempo, ha estado especialmente vinculado a la cobertura informativa de las actividades del Papa y la Santa Sede. Actualmente es redactor de la agencia ZENIT. También es miembro fundador de Crónica Blanca y socio de la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E).

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